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lunes, 27 de marzo de 2017

EL ASEDIO DE VALENCIA Y LA HEROINA OLVIDADA ANGELA LAMAS



EL ASEDIO DE VALENCIA Y ANGELA LAMAS (la heroína olvidada).
En estos días se conmemoran los 203 años del asedio de Valencia, ocurrido entre el 28 de marzo y el 4 de abril de 1.814.
De este episodio es muy famosa la  orden que le dio Bolívar a Urdaneta: "DEFENDEREIS VALENCIA HASTA MORIR”. Pero generalmente hasta allí llega el conocimiento común de esta página de la historia; hasta los valencianos desconocemos los pormenores y los protagonistas, aparte del ya mencionado general Rafael Urdaneta. 
Antes que todo debemos aclarar que durante la guerra de independencia Valencia sufrió dos asedios distintos, con protagonistas diversos y también con resultados diferentes.  Ambos fueron en el año de 1.814, el primero fue el que comentaremos ahora.  El otro, conocido por sus trágicos resultados será tema de otro momento.

URDANETA EN VALENCIA
Tengo la fortuna de haber encontrado en la vieja biblioteca familiar un libro editado por el gobierno nacional en el año de 1.888, amarillento y con las hojas quebradizas, titulado "MEMORIAS DEL GENERAL RAFAEL URDANETA", en el que el protagonista y testigo de excepción de los hechos nos cuenta los detalles particulares del suceso.  Este libro fundamental para el estudio de nuestra historia se puede encontrar en la web, pero aparentemente no ha sido reeditado en casi 130 años.  Es una verdadera rareza bibliográfica.

En el año de 1.814 Bolívar había decretado la guerra a muerte y se produjeron gran cantidad de combates, unos a favor de los republicanos y otros donde resultaron victoriosos los realistas, se puede decir que a la victoria de un bando seguía su derrota en un combate siguiente, ninguno de los contendores presentaba una clara supremacía sobre el otro. 
A todas estas los patriotas habían dispuesto en Valencia el depósito de su parque de armas y otros implementos de guerra, lo que hacía nuestra ciudad de vital importancia para el esfuerzo de la guerra.
La bandera de guerra a muerte fue la bandera de Venezuela desde el momento en que el Libertador dictó su Decreto de Guerra a Muerte en 1.813.  Posiblemente sea la única bandera diseñada por Simón Bolívar.  

Urdaneta, que con un pequeño contingente se encontraba sitiado en una situación desventajosa y peligrosa en San Carlos, logra burlar a los sitiadores y escapar hasta Valencia, vía Macapo y Chirgua, recorriendo montañas y senderos poco transitados para evitar a las guerrillas realistas. A todas estas Bolívar también se encuentra rodeado, en San Mateo por las fuerzas de Bóves, que rodean a los patriotas por todo el centro.  Al enterarse de que Urdaneta se encuentra en Valencia, pero perseguido por las fuerzas monárquicas comandadas por el coronel Ceballos, gobernador de Coro, es cuando le da la recordada orden:
"Defienda usted Valencia hasta morir, porque en Valencia están todos los elementos de guerra, si se pierde Valencia, se pierde la República."
Urdaneta trajo apenas 280 hombres para defender la ciudad, además tiene la carga de dos hospitales que trajo con gran cantidad de heridos y enfermos que vinieron con él desde San Carlos.  En Valencia había también unos 180 combatientes.  Con tan exigua fuerza al general zuliano no le queda más remedio que organizar la defensa en el centro de la ciudad, fortificándola con fosos, trincheras y parapetos en las esquinas del centro y colocando varios cañones en los lugares estratégicos, y en las partes más exteriores se organizó una fuerza móvil de guerrillas que protegería las casas de las familias más alejadas del centro.
Urdaneta ordenó levantar barricadas, parapetos y trincheras alrededor del centro de la ciudad.

Ahora bien, como se ha dicho, en la ciudad estaba el gran almacén de armas y municiones, por lo que no faltaban los pertrechos,  pero la enorme carencia era de medios de subsistencia: no había comida, la guerra había acabado con todo el ganado a leguas a la redonda y en cuanto al agua, el río Cabriales, fuente de provisión del vital líquido,  quedaba fuera de los límites de la ciudad, en una zona que sería dominada por las fuerzas realistas. Los vegetales, legumbres, granos, etc. venían de la zona del Lago de Valencia, que aunque en aquellos tiempos quedaba muy cerca, también estaba dominada por los realistas. Según cuenta el propio Urdaneta en sus "Memorias", no quedó más remedio que sacrificar a todos los burros y las mulas que había en la ciudad, para salarlos y alimentarse con los mismos mientras durara el asedio.  Otro autor dice que no quedó ni gato ni perro vivo en la ciudad, que también fueron parte de  la alimentación de la población que se quedó, porque muchos escaparon hacia Puerto Cabello.

VALENCIA SITIADA
Los realistas, comandados por el gobernador de Coro, coronel José Ceballos, rodearon a Valencia por los cuatro costados con una fuerza de unos cuatro mil hombres, entre caballería e infantería. La ventaja numérica de los realistas era abrumadora:  Una relación de 4000 soldados de infantería y caballería contra unos 300 combatientes efectivos que tenían los patriotas. Una proporción de más de trece soldados realistas por cada patriota que defendía a Valencia.  Los batallones realistas eran el Granada, el Numancia y Sagunto (conformado casi exclusivamente por llaneros venezolanos de Barinas, Barquisimeto y Maracaibo) y una tropa de corianos realistas. Los otros comandantes monárquicos eran el coronel Sebastián de la Calzada,  el comandante Carlos Miguel Salomón, Reyes Vargas (un indio venezolano), Torrellas y el mulato Remigio Ramos.  Se envió un pliego a Urdaneta, exigiéndole la rendición de la ciudad y este, verbalmente les respondió a los emisarios de Ceballos que su respuesta la darían los cañones.  
Las tropas realistas que asediaban a Valencia estaban conformadas mayormente por venezolanos partidarios del rey, especialmente llaneros de Barinas, marabinos, barquisimetanos y corianos.

Por parte de los patriotas, aparte del general Urdaneta, otros nombres que no se mencionan en las lecturas tradicionales y que no debemos olvidar son el coronel Juan Escalona, gobernador militar de la ciudad, en cuyo honor hoy existe una calle en el centro de la ciudad, el coronel Taborda, jefe de artillería, el gral. Joaquín Ricaurte, neogranadino, a quien no se debe confundir con Antonio Ricaurte, el mártir de San Mateo, el cnel. Florencio Palacios, y el gobernador civil era el dr. Francisco Espejo, el capitán Espinosa, de caballería, el capitán Sanz, también muchos oficiales enfermos o heridos y otros convalecientes.
Juan Escalona y Joaquín Ricaurte, dos de los oficiales que defendieron a Valencia del asedio junto a Urdaneta.


Croquis del asedio: al final apenas se resistía en las trincheras alrededor de la Plaza Mayor.

Los ataques se iniciaron el día 28 de marzo, logrando los realistas que los patriotas se replegaran hasta sus trincheras en el centro, a unas pocas cuadras alrededor de la plaza mayor. Se empezó a sentir la falta de agua y se organizaban partidas que trataban de bajar hasta el río Cabriales, pero muchas veces resultaban muertos o tenían que retroceder. La situación era tan crítica que hasta escaseaban los envases para contener el agua porque muchos se perdieron en las incursiones hasta el río en búsqueda del líquido.  Por cinco días los realistas especialmente con su infantería coriana,  atacaron las defensas de la ciudad, imposibilitando la salida de nadie. Los defensores estaban exhaustos, sin agua y casi sin comida.  La situación era desesperada y no había como recibir noticias de algún apoyo exterior.  Urdaneta se reúne entonces con los oficiales y les ordena la última medida extrema:  que de producirse el asalto final, replegarse hasta el arsenal y hacerlo volar para evitar que caiga en manos del enemigo.
Los sitiados resistían heróicamente día y noche las embestidas de las tropas realistas que atacaban por los cuatro costados.

Para el sexto día (2 de abril) los realistas inician un ataque general, principalmente ahora por el batallón Granada que trata de tomar una de las calles defendidas por un cañón y 12 fusileros, desesperadamente se envían dos partidas de refuerzo que rompiendo las paredes de las casas contiguas pueden llegar al sitio y hacen replegar a los atacantes, lo que no impidió a los realistas llegar hasta el templo de San Francisco, donde robaron las joyas de la iglesia.  Al finalizar el día los realistas tienen que retirarse dejando el suelo regado de cadáveres.
Pero ya la situación era extrema, las bajas de los patriotas alcanzaban a más de la mitad de los combatientes y los que quedaban en pié estaban exhaustos por la sed. Urdaneta ordena hacer excavaciones en el suelo para tratar de encontrar agua, pero recordemos que el Cabriales está a un nivel mucho más bajo que el centro de la ciudad, por lo que si hubiere alguna fuente de agua seguramente estará a mucha profundidad. Al fin, un capitán de nombre Miguel Borrás logra hacer un pozo que parece empezar a filtrar, lo que trajo ánimo a los sitiados. Algunos vecinos, víctima de la desesperación optaron por beber los licores que quedaban en la ciudad, con las fatales consecuencias.  Otros trataron de buscar agua en el río, cayendo en poder de los monárquicos.
La mitad de las tropas patriotas cayeron heridos o muertos durante el asedio

Tarde en la noche del 3 de abril se presenta ante Urdaneta una mujer que le dice que desesperada había ido al río a beber agua, y había sido capturada por los españoles, de quienes pudo escapar en un descuido, pero que había visto llegar a Boves con unos 2000 hombres, pero que venía derrotado luego de enfrentar a Bolívar, quien lo perseguía.  Igualmente escuchó que  los realistas apurarían el asalto para la madrugada, antes de que pudiera llegar Bolívar a rescatar la ciudad. Sentimientos contrarios embargaron a los defensores; por un lado la alegría de saber la derrota de Boves y la proximidad de Bolívar, por la otra, la angustia del inminente ataque.  Esa misma noche empezó a brotar algo de agua de la excavación del capitán Borrás y algunos vecinos habían podido traer algunas botellas de agua del río. Amaneció por fin sin que se produjera el asalto y a eso de las siete de la mañana se observó que los realistas se formaban en la zona de El Morro y ordenadamente se fueron retirando hacia los lados de Bajos de Guataparo, en la vía de Tocuyito, mientras los asediados, ya entusiasmados los cañoneaban sin mayores resultados. Bolívar, que venía por Los Guayos, luego de atravesar el Lago de Valencia desde Guigue, envió a una emisaria (una india según recuerda en sus memorias Urdaneta) a informarle al general zuliano que ya se encontraban cerca y en la tarde ya estaban en la ciudad.
ANGELA LAMAS, LA HEROÍNA OLVIDADA
Angela Lamas, mencionada de manera excepcional por el general Rafael Urdaneta en sus "Memorias" por su importante actuación durante el asedio, en el que murió heróicamente. 

Al final, los patriotas tuvieron unos doscientos soldados muertos, entre quienes se encuentra el capitán Sanz. 
También murió una heroína civil, mencionada por el teniente Austria, citado a su vez por Urdaneta (Memorias pag. 95), la señora Ángela Lamas:
"...los horrores de aquel sitio, en el cual perdieron los independientes sobre 200 hombres, entre muertos y heridos, siendo de los primeros la señora Ángela Lamas, que junto con otras de su sexo prestó importantes servicios a los defensores de la plaza..."
No conocemos a ciencia cierta cuál fue la participación concreta de Ángela Lamas en los días del sitio de Valencia.  Quizás tomó las armas para combatir o quizás socorrió heridos y enfermos.  Lo cierto es que su actuar fue de tal magnitud que para Urdaneta sólo merecieron recordar con nombre y apellido a dos de las víctimas de esa jornada, y uno de ellos es esta mujer. Esta heroína civil valenciana de la guerra de independencia ha sido injustamente olvidada, como tantos personajes a quienes debemos reivindicar su justo lugar en nuestra historia.  Sirva este humilde recordatorio para iniciar el rescate de su memoria. 

jueves, 9 de marzo de 2017

CARMELO FERNÁNDEZ, LA CASA PÁEZ Y NUESTRA MONEDA.

CARMELO FERNÁNDEZ, LA CASA PÁEZ Y NUESTRA MONEDA

Por Luis Heraclio Medina Canelón.

Seguramente usted ha tenido en sus manos miles de veces un ejemplar de la obra más reproducida de Carmelo Fernández Páez y jamás había oído su nombre; pues irónicamente este polifacético pintor y militar venezolano es el más “reproducido” de todos nuestros artistas, ya que es el autor del perfil de el Libertador Simón Bolívar que aparece desde hace más de 140 años en nuestra moneda y poco se conoce de su historia.    Recientemente se conmemoraron 130 años de la desaparición física de Carmelo Fernández.  Pese a que fue un personaje muy vinculado a Valencia, poco se le recordó en esta ciudad y en general en el país entero de este polifacético compatriota: artista, educador, pintor, cartógrafo, muralista,  retratista, políglota y militar. 
El perfil de Bolívar,  realizado por Carmelo Fernández, quien lo conoció desde muy niño y es la imagen que (invertida) se encuentra en nuestra moneda ininterrumpidamente desde 1.873



¿Y QUIEN ERA CARMELO FERNÁNDEZ?
Carmelo Fortunato Fernández Páez nació en la bella población yaracuyana de Guama el 30 de junio de 1809, hijo de Luisa Páez, hermana del "Centauro del llano" José Antonio Páez y de José María Fernández, un ciudadano de origen español.   Por razones de la estrechez económica de su familia, su tío, el general Páez pide a su hermana que envíe al niño de doce años a vivir a Valencia, donde el héroe llanero se encontraba radicado y el muchacho viene a vivir a la conocida casona del general en la calle que lleva su nombre, en el centro de la ciudad, allí se encarga de su educación la mujer de Páez, Barbarita Nieves. 
Barbarita Nieves, la compañera sentimental de José Antonio Páez y quien estuvo a cargo de la educación del niño Carmelo.

Por su inmediata relación con Páez, tiene la oportunidad de conocer personalmente y muy de cerca, a los más importantes personajes de esos tiempos:  Bolívar, Urdaneta, Sucre, Soublette, etc. Desde muy pequeño el muchacho mostró sus aptitudes artísticas, por lo que la familia adoptiva lo colocó como aprendiz de los mejores artistas locales y recibió clases de pintura con varios reconocidos maestros en Venezuela, entre ellos Pedro Castillo, el abuelo materno de Arturo Michelena, con quien colaboró en la decoración de la casa Páez, en sus murales.  Casualmente muchos años más tarde  le tocó ser profesor de Francisco Arturo Michelena Castillo, el padre de  Arturo Michelena. En 1.823, es enviado por Páez a estudiar en Nueva York pintura, ingeniería y cartografía. 
El autor de este artículo junto a uno de los murales de la Casa Páez

En 1.827 regresa al país y en Puerto Cabello se incorpora al ejército, destacado en la Comandancia de Ingenieros de Puerto Cabello; fue destinado al segundo escuadrón de granaderos montados continuando al propio tiempo sus estudios de fortificaciones, arquitectura civil y militar y otras materias anexas.  Luego, en  1828 emprende su primer viaje a Bogotá, es asignado al batallón de Cazadores de Occidente y continúa el ejercicio militar en diversas posiciones. Se volvió a radicar en Valencia para 1.830, una vez separada Venezuela de la Gran Colombia, siendo su residencia una vez más, la casa Páez; vuelve a Nueva Granada, y en 1831, durante su permanencia en el pueblo de Soledad (Colombia), realiza retratos en miniatura. En Bogotá, mientras perteneció al escuadrón Húsares de Ayacucho formó parte de la Comisión Cartográfica y se le encomendó dibujar una gran carta geográfica del territorio; al año siguiente, fue destinado al Estado Mayor General del Ejército de Colombia en la sección de topografía. 


Casa principal de Cachirí y casa de Boyacá, acuarelas de Carmelo Fernández.

Una enorme cantidad de sus acuarelas, oleos y plumillas realizadas en este período son celosamente conservadas en los museos colombianos, donde se le tributa gran admiración. De regreso a Valencia, en 1833, Fernández se dedicó a realizar miniaturas, con las cuales obtuvo ingresos para su sustento hasta que se le nombró "oficial del relator de la corte superior del Centro". Permaneció en ese empleo hasta 1835; en el mes de agosto, emprende viaje a Caracas a causa de la Revolución de las Reformas que destituyó al presidente José María Vargas. Fernández se trasladó a París el 11 de julio de 1840, con el propósito de trabajar en la  la primera gran obra de geografía de nuestro país: el "Atlas físico y político de la República de Venezuela" de Agustín Codazzi. Fernández colaboró como dibujante y realizó la portada interior del Atlas diseñando una composición de motivos alegóricos y característicos de la flora, la fauna y el paisaje venezolano. En París también contribuyó como ilustrador en otra obra de gran importancia: “Resumen de la historia de Venezuela” de José María Baralt y Ramón Díaz, publicada en aquella ciudad en 1841.   Por si fuera poco, también ilustró la "Autobiografía" de su tío, el "Catire" Páez. 
Una de sus obras más importantes; la ilustración del "Atlas de Venezuela" de Codazzi.

Fue un innovador, pues introdujo en Venezuela nuevas tecnologías editoriales en materia de litografía en la prensa nacional, con la maquinaria más moderna que existía en la época, que se encargó de traer al país luego de alguno de sus viajes de estudio al exterior.
Como educador inicia en  Caracas su labor pedagógica, dictó la cátedra de dibujo en el Colegio de la Paz, y en el Colegio Roscio. Regentó la clase de dibujo en la Academia de Matemáticas, desde 1841 hasta 1848. En 1842, en el Colegio La Paz examina la clase de inglés  y dicta por breve tiempo la cátedra de geografía .
Debido a las varias inestabilidades políticas ocurridas en nuestro país, al ser derrocado Páez,  en 1.948 se refugió en la Nueva Granada, donde lo conquistó el amor de una bella neogranadina.  En el hermano país realizó también una extraordinaria labor de cartografía y de pintura artística, de la cual se conserva gran parte.  Simultáneamente con su trabajo artístico, también cumplía funciones militares para el gobierno, participando en varios combates.
El campamento de la comisión, acuarela de Fernández, en sus tiempos de cartógrafo por los paisajes colombianos.

En 1.842, con ocasión de la repatriación de los restos mortales del Libertador, el gobierno de Páez lo incluye en la comitiva que iría a Santa Marta a traer los restos mortales de Bolívar, y se convierte en uno de los primeros "reporteros gráficos" del país, pues lleva un pormenorizado registro gráfico en plumilla y acuarela de las honras fúnebres tributadas al Libertador.  Muchas de esas obras se perdieron, pero afortunadamente quedan unos cuantos testimonios gráficos hechos por Fernández de esos ceremoniales.
La quinta "San Pedro Alejandrino", última morada del Libertador, según acuerela de Fernández.

Después de estudiar en Francia, ya por los años 70, regresó a Venezuela y desempeñó el cargo de director del Instituto de Bellas Artes.  Durante ese tiempo realizó también importantes paisajes zulianos, donde vivió por el año de 1.870 trabajando como ingeniero, educador y retratista bajo el gobierno de Juvencio Pulgar.  Este gobierno le encargó el diseño de la nueva plaza Bolívar de Maracaibo,  para lo cual Fernández ordenó y diseñó el enrejado artístico en hierro forjado de la plaza, el cual estuvo encargado a una empresa de Alemania, para lo cual el artista viajó especialmente a Europa y trajo por barco tanto las rejas como las espectaculares puertas para la plaza, lo cual fue el orgullo de los marabinos por muchos años.
El soberbio diseño de la plaza Bolívar de Maracaibo, con su enrejado encargado a Alemania, una de las obras más notables de Carmelo Fernández.

Murió en Caracas el 9 de febrero de 1.887.
Sus restos reposan en el Panteón Nacional.  En 1.962 y por iniciativa de Rafael Ángel Canelón,  Presidente del Concejo Municipal del Distrito Sucre (Guama), se creó un liceo que lleva su nombre.  También en San Felipe  un museo le honra con su nombre.
Valencia, 9 de Marzo de 2017.
Museo Carmelo Fernández en San Felipe
Liceo Carmelo Fernández, en Guama.


Para leer más:        
http://vereda.ula.ve/wiki_artevenezolano/index.php/Fern%C3%A1ndez,_Carmelo
http://venelib-antao.blogspot.com/2012/08/primera-moneda-con-la-efigie-del_2339.html

http://www.monedasdevenezuela.net/articulos/el-perfil-de-bolivar-en-las-monedas-venezolanas/ 
Páez recibe la espada que le entrega la Nación, plumilla de Carmelo Fernándaez.


Acuarelas de Carmelo Fernández reflejaban su visión de topógrafo: Callejones de Ocaña y Cabuya sobre el Siravita.