Etiquetas

"La Canelón" 11 de diciembre 1946 23 de enero de 1958 606 Acción Democrática Aerópago Aguila Agustín Hurtado Oliveros Agustin Tirado Medina Alabama alcohol Ali Gomez Andrés Eloy Blanco Andueza Palacios Angela Lamas Annaba antibióticos antigomecismo Antonio Gómez Antonio Guzmán Blanco Antonio Paredes años veinte arawacos Argelia Armando Reverón Armando Zuloaga Armando Zuloaga Blanco arsénico Arturo Michelena Aruba Asamblea Nacional Constituyente asedio atentado Baralt Bárbula Barfleur Barrancas del Orinoco Barretico barricadas Barrientos Batalla de Carabobo Batalla de la Victoria batalla de Tocuyito Batalla del Lago de Maracaibo Batallón Valencia Baterías de defensa costera Benjamín Bernardo Heredia Billiken Billop boina azul universitaria Bolívar bombardeo isla de Ptos bombas Bona Borburata Boves Braulio Barreto Burgudd C-54 cabilleros Cabo Mendocino Cabriales Campo Elías canalización canarios Canelón Canelón Rudecindo capitanía General de Venezuela Carabobo Caracas Carazúa Caribe caribes Carlos III Carlos Maldonado Peña Carlos Rangel Garbiras Carmelo Fernández Carnavales 1928 Casa Consistorial Casa Páez castillo de Puerto Cabello Castillo de San Carlos de la Barra Castillo San Felipe Catedral de Valencia cazadores británicos Ceballos Celestino Castro Celis Centro Cívico de Valencia Charles Johnson Charles Knowles Cipriano Castro Ciudad Bolívar Club Centro de Amigos cochero Mantequilla coches coches antiguos coches de Valencia Codazzi Colonia Psiquiátrica Compañía Guipuzcoana Congreso de 1811 Conquista coronel Blosset Costura crimen político Cruzda Cívica Nacionalista Cumaná cura Curtiss SB2C Helldriver Daily Graphic deber Decreto 3-2-1 Delgado Chalbaud Dentice descendientes de Bolívar destierro Dia de la Enfermera Dia de la Juventud dictadura Dimas Segovia Dionisia Bello Distrito Sucre Donahue Doña Zoila de Castro Dwight Eisenhower Edecio Alvarez Educación El Callao El Cepo El Heraldo. El Paraiso Eleazar López Contreras electrochoques Eloy Montenegro Eloy Tarazona Emilio Fernández Enfemeria enfermedades venéreas enfermeras Enrique Bernardo Nuñez Enrique Mandry entierro esclavismo esclavitud Escolares Escuela de Enfermeras Escuela Nacional de Seguridad espionaje Esquina Cruz Verde ETS Eudoro López Eustoquio Gómez Evaristo Lima expedicion Venezuela Fabián Mujica Sevilla Faireno Falke Farriar FAV Federación Estudiantes Venezuela Felicia Bolívar Fernando Falcón Ferriar Ferris Filippo Gagliardi flota mosquito Francia Francis Farquarson Paulo George Francisco de Paula Tinoco Francisco Fajardo Freedom Medall Fuerte Tiuna Fuerza Aérea Venezolana fusilamiento Gabriel de Zuloaga Gardner Germán Borregales German Suarez Flamerich GNV Goajira Golfo de Paria Golfo de Venezuela golpe golpe de estado Gómez Gonzalo Gómez Gripe española guaiqueríes Guama Guardia Nacional de Venezuela guerilla guerra a muerte guerra de independencia Guerra de los mil días Guerra Mundial Guzman Blanco hatos barreteros Heraclio Medina Hermógnes Maza HIram Bingham historia de la medicina honor Hospital Civil de Valencia Hospital de Caridad Hospital de Caridad de Valencia Hospital San José de Padua Hospital Vargas hospitales de sangre Iglesia Católica Venezolana Ignacio Andrade incas Indiana Jones influenza inmigrantes insurgencia Inteligencia intentona Isaías Medina Angarita Isla de Patos Isla La Blanquilla isleños italianos Italo del Valle Alligro Jaime Lusinchi James Gerard Jesus Berbín López Joaquín Crespo Joaquín Mariño Joaquín Ricaurte José Antonio Páez Autobiografía José Cecilio Tinoco Jose Cova Rey José Dolores Arpushana José Felix Mora Jose Felix Ribas. José Gregorio Ponce Bello José Heriberto López José Laurencio Silva José Manuel Hernández José María Sánchez José Rafael Pocaterra José Vicente Bolívar Josefa Camejo Josefa Zavaleta Joyce Mathews Juan Díaz Flores Juan Escalona Juan Ferrer Juan Perez Jimenez Juan Vicente Gómez Juancho Gómez Julio Hidalgo Julio Vargas Junta Revolucionaria de Gobierno Kapitzky Kemper La Victoria La Viñeta Lago Lara Las PIedras Leander Legion Británica legión británica Legion Irlandesa Leon Colina Leopoldo Enrique López Leopoldo Ortega Barreto ley seca Liceo Pedro Gual licor Llanos venezolanos Lucila Méndez Lucille Mendez luger Luis Castillo Méndez Luis Eudoro Medina Luis Ravelo Luisa Teresa Celis Machu PIchu macos magnicidio magnicidio. MAN Manuel de Agreda mar Caribe Maracay Marcelino Medina Marcos Pérez Jimenez Margarita Bello Mario Vargas Marqueseña Martín de Sansinea Martín Parada mártir Mata Carmelera Mata Hari Matías Salazar mayor Soler Medardo Medina Medicina mexicas milicias MIN Miraflores Miranda mita Mocho Hernández Moda Monagas moneda Mormones Morón Naguanagua Naufragio Neuland norteamericanos Numancia Ocultimo Oscar Yanes Oviedo y Baños Pablo Morillo Páez Palacio Municipal de Valencia Pantanero parabellulm Partido Nacionlista Pedernales Pedro Castillo Pedro Estrada Penicilina Pérez Jiménez Pianista Plaza Bolívar practicantes de medicina prehisipánico Primera Guerra Mundial Primera República primero de enero princesa Isabel prohibición Puente de Hierro Puente Morillo Puente Restaurador puente Revenga Puerto Cabello Puerto La Cruz Queipa Queseras del Medio quitrin Rafael Angel Canelon Rafael Ernesto López Rafael Nogales Méndez Rafael Urdaneta Memorias Rafael Uribe Uribe Ralph Ince Ramón Guerra Ramón López Ravelo Red Line Refinería Renny Ottolina Revista Bohemia revolución Revolución de Queipa revolución legalista revolución restauradora Richar Murphy Rivas Dávila Román Delgado Chalbaud. Bolo Pacha Rómulo Betancourt Roosvelt Rosa Castro Roso Canelón Rotunda Ruiz S.N. sacerdote Sacred Cow Salvador Montes de Oca Salvarsan San Carlos San Fernando de Apure Santos Matute Gómez Santos Michelena saqueos Segunda Guerra Mundial Seguridad del Estado Seguridad Nacional Sífilis Silvestre Guevara Simon Alberto Consalvi Skymaster SN spider featon ss Valelncia submarinos subversión Tagliapietra Taguanes tanque dragón tanqueros Tanquetazo Temperamiento Teresa Carreño Teresita Carreño terrorismo Testamento historia TFP Thomas Farriar Thomas Ferriar Tinaco Tinaquillo tiranicidio tlaxaltecas tortura Torturas totonacas Trocadero Truman U-154 U-502 U-615 U-boot UNE Rafael Caldera Unión Patriótica Venezolana Universidad de Carabobo Unzaga Urdaneta USS Hancock V Conferencia Panamericana Vaca Sagrada Valencia Vapor Arauca Vapor Venezuela Veinte Años Sin Patria Vellum Force venéreas Venezuela Venezuela Hollwood Vicentico Gómez Victor López Victor Manuel López Waldorff Astoria William Nephew xenofobia Yaracuy

sábado, 26 de octubre de 2019



EL PALACIO MUNICIPAL Y ENRIQUE BERNARDO NUÑEZ
por
Luis Heraclio Medina C.
Antes que todo queremos dejar claro que, en nuestra opinión,  destruir el viejo edificio de la municipalidad sin construir inmediatamente otra edificación que la sustituyera es algo totalmente reprochable.  Pero recalcamos que son dos hechos distintos: el primero, la demolición y el segundo, más que un hecho, una omisión, que es la no construcción de un nuevo edificio que sustituyera al demolido. Son dos cosas distintas, que aunque vinculadas, deben ser analizadas por separado.
Las actitudes y conductas de las colectividades y los hombres se deben valorar considerando el tiempo histórico y el entorno en que se producen.  Frecuentemente observamos en las redes sociales las fotografías del antiguo y demolido “Palacio Municipal” de Valencia, que quedaba frente a la Plaza Bolívar en el cruce de la Avenida Constitución con Calle Colombia. Estas fotos generalmente incitan a una serie de comentarios elogiando las virtudes del edificio demolido y criticando a las autoridades responsables de su destrucción. ¿Pero en realidad nos molesta la demolición en sí o que dejaran el terreno abandonado sin construir nada sobre él?
La modesta "Casa Consistorial" del siglo XIX, que servía de sede a la municipalidad.

 El llamado “Palacio Municipal” no era un edificio de la colonia, ni siquiera databa de los primeros años de la república. En el momento de ser demolido su estilo arquitectónico no era colonial, sino de el primer cuarto de siglo XX.   El mismo fue el producto de la reconstrucción o ampliación realizada en 1925 de la pobre “Casa consistorial” de dos plantas que servía de asiento a las oficinas municipales desde el siglo XIX.  Según recuerda Luis Taborda en “Daguerrotipo del Recuerdo” esta obra data del año de la gestión de Ramón H. Ramos como presidente gomecista del estado, siendo el ingeniero encargado de la misma el Dr. Cayetano Méndez.  Según Enrique Bernardo Nuñez, lo que se hizo en 1925 no fue todo el edificio, sino simplemente se reconstruyó su frente, cambiándole el estilo a uno más moderno.
La remodelación de la Casa Consistorial para convertirla en "Palacio"
 Ahora bien, según me indican mis recuerdos de muchacho, ya que apenas yo era más que un niño en los años setenta, cuando se produjo el derribo del edificio, ninguna otra autoridad (gobernador, diputados o concejales) protestó por tal acción. Igualmente ocurrió con las fuerzas vivas o sociedad civil carabobeña (colegios profesionales, iglesia, sindicatos, cámara de comercio, etc.).  Es decir, o todos estaban de acuerdo o a nadie le importaba. Lo que sí recuerdo es que escuché a alguno de mis mayores, en aquellos tiempos, que calificó el demolido, de manera despectiva como “un viejo edificio”.  También tengo el recuerdo de los comentarios de que el local estaba deteriorado y era insuficiente e inoperante para todo el aparato burocrático del Concejo Municipal. Asimismo, existía una optimista expectativa ante la eventual construcción de un verdadero palacio municipal, ya que existían varios proyectos para un nuevo palacio, incluso para un “Centro Cívico” de proporciones monumentales en el centro de la ciudad.
La percepción que se me había formado por lo que escuchaba de mis mayores es la de que la edificación no era precisamente del agrado de la colectividad, pero era una vaga idea sin mayor fundamento.  No tenía nada escrito que respaldara esta idea.

Ahora bien, recientemente dos buenas amigas me regalaron un libro del escritor, historiador y periodista valenciano ENRIQUE BERNARDO NUÑEZ, quien llegara a ser cronista de la ciudad de Caracas y miembro de número de la Academia Nacional de la Historia.   En dicho libro  titulado “SIGNOS EN EL TIEMPO-ALUSIÓN A CARABOBO” encontré la siguiente perla, escrita en 1939, es decir, apenas trece años después de “remodelada” la vieja “casa consistorial” y rebautizada como “palacio municipal”:

“Los viejos balcones de la Municipalidad fueron reemplazados por una fachada estilo mil novecientos veinte y tantos, la cual desentona con el recinto severo de la plaza.  Esta horrible fantasía de cemento está rematada por una especie de campanario o de templete en uno de sus ángulos.  No es obra del azar o del capricho. Un presidente del estado quiso construir una obra que hiciera por siempre memorable su administración…Y así surgió el templete” (“SIGNOS EN EL TIEMPO-ALUSIÓN A CARABOBO” Secretaría de Educación y Cultura del Estado Carabobo Valencia 1969 p. 20)

O sea, que en 1939, a relativamente pocos años de su construcción el mal llamado “Palacio Municipal” ya tenía sus detractores entre los más destacados valencianos.  Nuñez calificaba el edificio de “horrible fantasía de cemento”.  Es una buena pista para entender el poco interés de la sociedad valenciana por mantener aquella edificación, más aún cuando se le ofrecía edificar algo nuevo, acorde con la majestad de la municipalidad.

Para entender su destino debemos sentarnos a pensar, de manera fría y objetiva, si aquel edificio, tenía verdadero valor histórico o arquitectónico. ¿Sus materiales eran especialmente nobles? ¿Acaso mármoles o maderas valiosas en su construcción? ¿Su diseño tenía algo de especial? ¿Era un símbolo de la ciudad? ¿De verdad era especialmente hermoso? Lamentablemente sólo existe una foto de su interior y los que hoy viven no lo recuerdan.  Y desde el punto de vista histórico lo único que se recuerda es la ceremonia del cuatricentenario con la presencia de Pocaterra y Pérez Jiménez.  Hemos buscado en todos los libros de los cronistas oficiales y extraoficiales de la ciudad y ninguno de ellos tiene alguna referencia de importancia sobre ese edificio, al contrario de las casas Páez, Celis, Estrella, Monagas, beaterio (capitolio), edificio de la  universidad, y un largo etcétera que si han formado parte de la tradición.
Hagamos un ejercicio de imaginación, que también nos ayudará a entender la mentalidad de aquellos días.   Supongamos que mañana alguien decide derribar un mamotreto que parece un mini-Big Low Center que se encuentra en el centro de la ciudad, en la Calle Comercio, creo que se llama Valencia Center o algo así. ¿Será que los comentaristas dentro de cien o cincuenta años dirán que se ha debido conservar para el futuro ese testigo del pasado? ¿Hay que conservar también el feo edificio en Lomas del Este donde funcionó el Concejo Municipal en los años 70 y 80 luego de demolido el de la Plaza Bolívar? ¿Y el Centro Comercial que estaba quebrado donde hoy está instalada la municipalidad también habrá que conservarlo para el futuro como una reliquia para el futuro? Esas son construcciones que no tienen valor mayor arquitectónico o histórico; simplemente han cumplido una funcion pasajera sin calar en la tradición de la ciudad.  Creemos que sólo merecen ser resguardados aquellos edificios que intrínsecamente tengan o bien un valor histórico o una especial importancia arquitectónica.  La ciudad no puede convertirse en un gigante mausoleo de edificios viejos sin valor o tradición.
Primer boceto del Centro Cívico, data d 1952 con el primer plan de ordenamiento de la ciudad.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta, y que casi nadie conoce, es los “planes reguladores” de la ciudad de Valencia, que han contemplado el desarrollo ordenado y armonioso de la ciudad, el primero de los cuales data de tiempos de Pérez Jiménez, realizado por la Comisión Nacional de Urbanismo, que contemplaba la creación de un “centro cívico” entre la Plaza Bolívar y el Teatro Municipal, sacrificando todas las antiguas construcciones, entre ellas el edificio de la municipalidad.
Otro de los proyectos de Centro Cívico, con una torre de 50 pisos en la calle Colombia.
Lo que si es absolutamente imperdonable es que se derribó el viejo edificio sin tener ni proyecto ni presupuesto para construir inmediatamente un buen edificio para la municipalidad.  Ofrecerle a la ciudad de Valencia que se derribaría el viejo edificio para tener uno nuevo y mejor, fue un engaño atroz. Fue como mínimo una irresponsabilidad, si es que no fue una vagabundería con fines de negocios turbios. Tratándose de políticos cualquier cosa fue y es posible.   De todas maneras, el día que Valencia vuelva a tener un cronista de la ciudad, sería interesante que se investigara en las actas del cabildo cuales fueron las motivaciones y propuestas de las autoridades  municipales de mediados de los setenta que llevaron al derribo de la vieja construcción.
El Proyecto de Centro Cívico de los años 70 u 80.  Nótese una evocación al "templete" en la azotea del edificio.

PD: Luego de publicado este artículo en otro sitio, llegó un comentario que nos informa que por dentro ese edificio era apenas tabiquería y remodelaciones.  No quedaba nada de alguna estructura original.
FUENTES
Núñez, Enrique Bernardo. “SIGNOS EN EL TIEMPO - ALUSIÓN A CARABOBO” Secretaría de Educación y Cultura del Estado Carabobo Valencia 1969
Taborda, Luis. “DAGUERROTIPO DEL RECUERDO”. Tipografía París en América, S.A., Valencia, 1975
INDUVAL. “Valencia 450 Años – Una aproximación urbanística y Arquitectónica. Editorial Arte. 2005

viernes, 18 de octubre de 2019

FRANCISCO FAJARDO, EL HIJO DE LA CACICA GUAIQUERÍ












FRANCISCO FAJARDO, EL HIJO DE LA CACICA GUAIQUERÍ
Por
Luis Heraclio Medina C.
A raíz de ciertas noticias ocurridas recientemente se me ocurrió preguntarles a algunas personas si sabían quien fue Francisco Fajardo.  Varias fueron las respuestas que obtuve:
-Ni idea de quien fue.
-Un patriota de la independencia.
-El tipo que construyó una avenida en Caracas.
-Un conquistador español.

Entonces creo que es bueno recordar los viejos estudios de la primaria, en aquellos tiempos cuando los chamos venezolanos estudiábamos una materia que se llamaba “Historia  de Venezuela”, materia prácticamente arrancada de los programas de estudios, por aquellos a quienes les conviene tener a una colectividad de ignorantes, a quienes mentir y engañar fácilmente.

LA CACICA ISABEL
Francisco Fajardo fue un mestizo margariteño.  Nació aproximadamente entre  1524 y 1528, apenas unos veinticinco años después de que Colón llegara a Venezuela.  Era hijo de una princesa guaiquerí llamada  Isabel.  Isabel había sido obsequiada a su padre, un español llamado también Francisco, por el abuelo materno de nuestro personaje, el cacique Charaima.  Es de recordar que en la cultura de muchas de las tribus amerindias era común utilizar a sus mujeres como mercancía; las regalaban a los visitantes, las intercambiaban por otra mercancía, o animales, las prestaban a los huéspedes, etc. La tribu del abuelo Charaima era conocida como los “mayas”, establecida en la parte península de Araya, que nada tiene que ver con el famoso imperio del mismo nombre que existió en Centroamérica siglos antes. 

De este amancebamiento entre Francisco Fajardo padre y la princesa Isabel, nació Francisco.  Luego, de que Fajardo padre tuviera que huir de Margarita, Isabel que posiblemente prefería la fogosidad veraniega y latina de los españoles a la proverbial pereza y pasividad de los hombres de su misma sangre, se casó con otro español, Alonso Carreño y procreó a otros dos hijos de nombres Alonso y Juan, que serían permanentes compañeros de aventuras de su hermano mayor.
Francisco fue el primer hijo de Isabel. Luego de que el Viejo Fajardo huyó de
Margarita, Isabel tuvo dos hijos más con Alonso Carreño.
Isabel, noble de sangre por ser hija, nieta y sobrina de caciques, era muy respetada entre su gente y entre los españoles.  Debió ser muy bella, por aquellos tiempos, el poeta Juan de Castellanos, en su obra Elegía de Varones Ilustres de Indias le dedicó estos versos:

“Doña Isabel la India se decía
Señora principal, mujer bastante,
A quien grande respeto se tenía
Toda la tierra firme circunstante”

EL VIEJO FAJARDO
En cuanto a su padre, al que llamaremos el viejo Fajardo, era hijo de Don Martín Fernández Fajardo y nieto de Alonso Añez Fajardo, señor de Montealegre, por lo tanto era un hidalgo.  ¿Qué quiere decir esto? Hidalgo es la abreviación de “hijo de algo”, es decir, descendiente de un noble.  Sin entrar en mayores detalles debemos recordar que en aquellos tiempos, en Europa había una institución legal conocida como “el mayorazgo” y “primogenitura”, esto significaba que en una familia noble, el primer hijo varón, era el que heredaba títulos, tierras y riquezas.  Los otros hijos eran “hijos de algo”, “hidalgos”, tenían nobleza de origen, pero no tenían derecho a heredar el título.  
Muchos de los “hidalgos”, no tenían más remedio que dedicarse al sacerdocio o a la milicia con la esperanza de conseguir ascenso social, reconocimientos y riquezas.  Otros se convertían en aventureros. Quizás este último sea el caso del viejo Fajardo.  Sea esta oportuna la ocasión para desmentir, una vez más, parte de esa “leyenda negra” inventada por los ingleses y repetida hoy por algunos de que los conquistadores eran todos unos delincuentes y vagos recién salidos de las cárceles. A “hacer América” vinieron gentes de todas clases y condiciones hidalgos, bastardos, aventureros, etc, quizás el único factor común que tenían era que para todos la peligrosa aventura resultaba mejor que quedarse en Europa, donde sus posibilidades de ascenso social estaban limitadas. Hoy vemos un fenómeno parecido con los miles de venezolanos buscan por el mundo un modo de vida mejor.

El viejo Fajardo llegó a ser la autoridad en Margarita, el “Teniente”.  Allí le tocó defender a la isla de Cubagua del ataque del pirata hispano-francés Diego Ingenios, que atacó Margarita en 1528, en uno de los primeros ataques piratas en el Caribe que registra la historia.  En esa ocasión el Viejo Fajardo, junto a medio centenar de guaiqueríes vasallos de Isabel su mujer, unidos en una sola tropa y a bordo de varias curiaras atacaron con fechas envenenadas al buque pirata “La Rochelle” de Ingenios y lo hicieron retirarse. Algunos historiadores consideran que este es el primer combate naval registrado desde el descubrimiento.  El Viejo Fajardo sería entonces el primer defensor de esa tierra bautizada Venezuela ante una agresión extranjera.
Francisco Fajardo, el Viejo, junto a medio centenar de guerreros guaiqueríes defendió la isla de Cubagua del ataque del buque pirata francés "Rochele"
Pero en lo administrativo la gestión del Viejo Fajardo fue mala, no cumplió con el poblamiento de la isla, no rindió cuentas, fue destituido  y cuando le nombraron un sustituto se rebeló y se negó a entregar el poder, por lo que hubo que reducirlo por la fuerza. Para evitar ser condenado por rebelión tuvo que huir a Europa, dejando a Isabel con el pequeño Francisco en Margarita.

LOS VIAJES DE FRANCISCO
EL PRIMER VIAJE
Isabel desde que era un niño le contaba al joven margariteño sobre las tierras de sus abuelos, de los fértiles valles, lo fresco del clima, los bosques, los caudalosos ríos de las montañas que había mas allá de la pobre, calurosa y árida isla que lo vio nacer. El muchacho, de sangre noble europea por padre y noble guaiquerí por madre,  era de fuerte y emprendedor carácter, astuto, valeroso e inteligente.
Francisco escuchaba de su madre los relatos de las tierras que había mas allá
de su isla, de donde provenía la familia de Isabel.
 Seguramente se le habían inculcado ideas de grandeza por parte de sus progenitores.  Dominaba aparte del castellano y el idioma materno, también las lenguas de las otras tribus de la costa venezolana.  Los relatos de su madre y los deseos de mejorar su fortuna y salir de la pobreza lo entusiasmaron a viajar a esas costas y tratar de poblarla, empresa que contó con el apoyo de Isabel, quien soñaba con una vida mejor para su hijo.
En abril de 1555 Francisco hace su primer viaje de exploración: Con los escasos recursos que tenía, apenas dos piraguas acompañado de sus dos hermanos y otro margariteño, así como de unos veinte guaiqueríes súbditos de su madre y llevando una poca mercancía para intercambiar con los nativos de las tierras a donde se dirigía.   Navegando hacia el oeste, bordeando la costa,  llegó hasta Chuspa, en la parte más norteña de lo que hoy llamamos el Estado Miranda.
Allí salieron a su encuentro unos cien indígenas capitaneados por los dos caciques de la zona, de nombres Sacama y Niscoto.  Francisco, hablando en su idioma, pidió permiso para desembarcar y les explicó que andaba en son de paz, con intenciones de comerciar y hacer amistad.  En el lugar cambió parte de las mercancías que traía por otras que obtuvo de los lugareños y afianzó su amistad para futuros viajes. A los tres días se embarcó nuevamente hacia el Oeste, llegando hasta donde reinaba el poderoso cacique Naiguatá, tío de su madre Isabel, donde igualmente intercambió objetos y recibió hospedaje, fomentando la amistad, más aún cuando supieron que era nieto del cacique Charayma.  Desde allí entabló relaciones con otras tribus, lo que le permitió recorrer durante varios meses aquellas tierras y observar con sus propios ojos, lo que desde niño le había descrito su madre. A finales de año regresó a Margarita, con algo de oro y unas joyas producto de su comercio.

EL SEGUNDO VIAJE
Francisco permaneció todo el 1556 en Margarita y viene a hacer su segundo viaje en el año siguiente. Este será su primer viaje con intenciones de poblar. Ahora le acompañan su mamá, la princesa Isabel, personaje fundamental de su vida y aventuras, sus hermanos Juan y Alonso, otros tres margariteños y un portugués.  También vienen cien guaiqueríes vasallos de la princesa Isabel; lleva también algunas armas y más mercancía para el trueque. Esta vez desembarca más cerca que la primera, en Píritu, donde se encuentra con tribus de indoamericanos cristianizados, cuyos jefes eran dos caciques amigos Alonso Coyegua y Juan Caballo.  Allí se suman a la expedición cuatro españoles. También se le incorpora el cacique Caballo con otros cien indoamericanos.
La cacica Isabel acompañó a su hijo Francisco a partir de su segundo viaje de exploración y poblamiento.

Desembarcó esta vez cerca de Chuspa, en un lugar llamado Panecillo, donde fue recibido por los caciques del lugar, de la tribu de los caracas,  Paisana y Guaimacuare, quienes ya habían escuchado sobre el explorador-comerciante y quienes serían personajes que tendrán importancia fundamental en el destino de nuestro personaje. En vista de la presencia de la princesa Isabel y la buena fama de Francisco labrada en sus tratos anteriores, los caciques reinantes les hicieron saber que les permitirían establecerse en el Valle de Panecillo, donde podrían labrar y fomentar un poblado.  Francisco había logrado sus objetivos ¡
Ahora bien, el joven explorador  realizó sus diligencias por su propia cuenta y riesgo, sin tener ninguna autorización o consentimiento de las autoridades de la provincia, quienes tenían que otorgarle los permisos correspondientes para poblar conforme a la ley.  Así las cosas, Fajardo dejó a su gente en el Valle de Panecillo construyendo casas y labrando la tierra y con apenas dos acompañantes  se embarcó hasta el puerto de Borburata, en lo que hoy es el Estado Carabobo.  
Un extraordinaro viaje emprendió Fajardo desde Borburata hasta El Tocuyo.
Desde allí emprende camino por tierra hasta El Tocuyo, en tierras de lo que hoy es el Estado Lara, donde tenía su asiento el gobernador, quien luego de escuchar su petición le da autoridad para poblar toda la costa desde Borburata hasta Macarapana con facultades para poblar todas las villas y lugares que considerase convenientes. Por la misma ruta regresó a Panecillo, donde su gente, inquieta por su tardanza, ya había construido varias casas y con la autoridad que tenía fundo la villa con el nombre de “Rosario”, según Oviedo y Baños.  Según el Hermano Nectario María, Oviedo se equivoca y la villa fundada por Fajardo se llamó “Villa Catia”
Pero al poco tiempo algunos de los soldados de Fajardo incurrieron en abusos y vejaciones en contra de la población del lugar.  Hartos de los abusos, los caciques se reunieron en asamblea para discutir el desalojo de Fajardo y su gente. Guaimacuare y Paisana tomaron posiciones antagónicas; mientras el primero era partidario de pedirle pacíficamente a Fajardo se retirase a Margarita, Paisana era de la opinión de atacarlo inmediatamente. Al final decidieron expulsar a Fajardo con la fuerza de las armas, pero   Guaimacuare dio aviso a su amigo de que se planeaba un ataque en su contra. Francisco Fajardo preparó la defensa, levantó empalizadas y destacó centinelas listos para repeler el ataque que se produjo a los pocos días. Las tropas de Fajardo eran los cien guaiqueríes, los cien piritus del cacique Caballo y otros diez hombres ente mestizos margariteños y españoles. La pequeña villa resistió el ataque; con flechas y espadas derrotaron a las fuerzas del cacique Paisano causándole muchas bajas.
El único sitio por donde Fajardo podía retirarse era por mar, porque la villa estaba sitiada por todos sus costados excepto la costa, pero Fajardo no podía huir como era su voluntad, hasta que no reparara las piraguas, que se encontraban deterioradas, entonces planeó un ataque contra de las fuerzas de Paisano, que permanecían rodeando la villa. Así, en una noche oscura, utilizando casi todas sus fuerzas, y dejando a su madre con una pequeña escolta en el poblado Francisco tomó por asalto el campo de los de Paisana, que se encontraban todos dormidos, causándole muchos muertos, y retirándose tras sus seguras empalizadas prontamente. 
Las tropas de Fajardo, así como las de casi todos los conquistadores, eran
guerreros de tribus cristianizadas, enemigos de las otras tribus que adversaban
a los españoles.

Paisana aquella misma noche levantó el sitio y huyó del lugar con lo que le quedaba de su ejército.  Superado el asedio los de Fajardo se dieron a la tarea de buscar los materiales para reparar sus pequeñas naves para retirarse, pero en ese ínterin la princesa Isabel y varios  de los guerreros guaiqueríes y piritus de Fajardo  murieron envenenados por Paisana, quien había envenenado el pozo de la villa. La muerte de su madre fue algo devastador para Francisco.
A punto retirarse a Margarita, llegaron unos emisarios de Paisana pidiendo permiso para venirlo a ver y hacer las paces, a lo que Francisco accedió dándole garantías, pero Fajardo fue advertido por Guaimacuare de que se trataba de una treta para asesinarlo.  Tan pronto apareció Paisana, Fajardo lo capturo y lo ejecutó sin fórmula de juicio, junto a otros diez jefes que venían con su cacique.  A los demás guerreros enemigos los dejó en libertad. Inmediatamente tomó sus piraguas y partieron rumbo a Margarita.  Eran los últimos días de 1558.

EL TERCER VIAJE
En 1559 Fajardo organiza otra expedición desde Margarita, esta vez con toda la autoridad necesaria, para lo que previamente había viajado hasta La Española (hoy Santo Domingo, República Dominicana) donde directamente solicitó autorización a la Real Audiencia.  En Margarita consigue unos doscientos guaiqueríes y una docena de españoles y mestizos; Adicionalmente tiene la ayuda de su amigo el cacique Guaicamacuare de Caruao, donde desembarca y deja a su gente para ir por tierra hasta el lejano Tocuyo a presentar sus credenciales al nuevo gobernador, el ambicioso Pablo  Collado.  En el peligroso trayecto por tierra, en aquella peligrosa tierra casi virgen, sin ningún tipo de caminos, y llena de tribus hostiles y desconfiadas, logra salir airoso ya que el locuaz y vehemente aventurero se entiende en los dialectos locales y hace valer su condición de hijo de Isabel, la reputada cacica guaiquerí.  El cacique Terepaima, jefe de los meregotos, llega hasta escoltarlo hasta las cercanías de Valencia para que siga seguro su camino.
En el Tocuyo el entusiasta gobernador Collado le presta su apoyo también que le envía 30 soldados, y ganado y le da el título de “teniente general” bajo su jurisdicción. De regreso se detiene en Valencia, donde adquiere más ganado para su hato y otros materiales necesarios, y se le incorporan otros hombres.  Con sus reses atraviesa lo que hoy llamamos los Valles de Aragua, se encuentra nuevamente con Terepaima y le regala una vaca y continúa hasta su destino protegido por los meregotos. 
En Valencia Francisco compró ganado para su hato, y se le incorporaron nuevos
pobladores.
Se instaló en  el Valle de unos indios que los españoles llamaban “Caracas” por una planta que así llamaban los nativos.   Se estableció de manera pacífica y fundó un hato y un pueblo que llamó “San Francisco”, en honor al santo de su nombre, en el lugar que hoy ocupa la ciudad de Caracas, de manera que Fajardo es el primer fundador de la ciudad que hoy llamamos Caracas, el precursor de la ciudad, que mas tarde fundaría de manera formal Diego de Losada.  En la costa del mar también fundó un puerto, que en honor a su gobernador llamó “Villa del Collado”.  Es lo que hoy llamamos Caraballeda. 
Villa Collado se llamó el puerto que fundó Fajardo, donde hoy queda
Caraballeda.

Allí fomentó su cría, con abundantes pastos y aguas, que rápidamente fue creciendo, todo en armonía con sus vecinos, los toromaimas, los chagaragatos y los teques.  Es de aclarar que ninguna tribu se llamaba “los caracas”, ya que ese fue el nombre genérico con que los españoles le dieron a todos esos indígenas, por ser éste el nombre con que una de esas tribus denominaba a una planta muy común en el lugar.
Al año siguiente en Macarao descubrió una mina de oro que comenzó a explotar. Pero el codicioso gobernador Collado, al conocer del oro encontrado por Fajardo, lo destituyó y nombró en su lugar a uno de los suyos, dándole a Fajardo el simple cargo de autoridad de la Villa del Collado.  Pero el sustituto de Fajardo que no tenía ni las habilidades, ni el valor de Fajardo, entró rápidamente en conflicto con los indios caracas de Guaicaipuro y temeroso, abandonó el lugar. Luego Collado envió al fundador de Mérida Juan Rodríguez Suarez, veterano conquistador que guerreó con Guaicaipuro y lo venció en varios combates, lo que llevó al cacique a pedir la paz a lo que Rodríguez Suarez accedió.  En el lugar donde Fajardo había fundado su hato San Francisco, Rodríguez Suárez funda la Villa San Francisco poblándolo con varios vecinos y con sus tres pequeños niños, pero tan pronto partió Rodríguez a trabajar en las minas Guaicaipuro rompió su palabra empeñada en el armisticio y atacó la indefensa Villa San Francisco, asesinando a todos los desarmados pobladores, incluso a los pequeños niños de Rodríguez, quemando las casas y matando a todo el ganado. Mas tarde, cuando Rodríguez Suárez viaja con media docena de españoles a combatir al Tirano Aguirre que se encontraba por Valencia, es emboscado por centenares de guerreros de Guaicaipuro y luego de tres días de bizarros combates muere.  A todas estas, Fajardo, casi solo en el puerto de Villa del Collado, pide ayuda al gobernador Collado en el Tocuyo, pero el apoyo que sale de aquella ciudad es emboscado por arahuacos y meregotos a mitad de camino y la expedición resulta aniquilada.   Ante el cerco que le ponen los indígenas evacua El Collado hacia Borburata y Margarita.

EL FIN DE FAJARDO
Para 1564 el incansable y perseverante Fajardo tenía lista una nueva expedición.  Contaba con soldados, caballos y equipo suficiente. Pero una vez más los resentidos y envidiosos le iban a jugar una mala pasada.  Al desembarcar en Cumaná, buscando más voluntarios para su expedición, el justicia mayor de aquella ciudad Alonso Cobos lo hizo apresar y luego de un juicio sumario lo ejecutó.  Pero los aguerridos margariteños no dejaron las cosas así.  Españoles de Margarita, mestizos y Guaiqueríes comandados por el justicia mayor de la isla cruzaron el mar, detuvieron a Cobos y luego de juzgado fue ahorcado y su cuerpo dividido en cuartos. Al gobernador Collado tampoco le fue bien; luego de derrotado el Tirano Aguirre fue acusado de cobardía, destituido y enviado preso a España donde estuvo a punto de ser ejecutado.

Esa fue la vida de Francisco Fajardo, uno de los primeros venezolanos, ni español ni amerindio, sino un genuino representante de la nueva raza.  Un hombre amante de su familia, de su madre y sus hermanos, que siempre lo acompañaron en sus aventuras, un hombre emprendedor, innovador, perseverante y valiente, que no se daba por vencido, cuyo único sueño era salir de la pobreza con el trabajo duro, sembrando, criando ganado y explotando minas. Un hombre inteligente, políglota, que igual se entendía con los guerreros guaiqueríes que con los más altos funcionarios de  la Real Audiencia en Santo Domingo. Fue una víctima de los resentidos, de los envidiosos, de los mediocres,  de los que quieren enriquecerse con el trabajo de los demás. Esos fueron sus enemigos ayer y lo siguen siendo hoy en día, quinientos años después.
FUENTES:
Gerendas Kiss, Alejandro. “Historia de Venezuela Narrada año por año” Editorial Edimax. Caracas. 2005
Hermano Nectario María. “HISTORIA DE VENEZUELA” Edit. Venezuela. Caracas 1943
Oviedo y Baños, José de. “Los Bélzares. El Tirano Aguirre. Diego de Lozada”  Monte Ávila Editores. Caracas. Tipografía Vargas. 1972
DICCIONARIO POLAR DE HISTORIA DE VENEZUELA (Edición Digital)


martes, 1 de octubre de 2019



UN VALENCIANO, EL PIONERO DEL USO DE LA PENICILINA EN VENEZUELA
por
Luis Heraclio Medina C.
En estos días se están cumpliendo los noventa y un años del descubrimiento de la penicilina, el primero de los antibióticos utilizados por la medicina.  El hecho se le atribuye generalmente a Alexander Fleming, quien al finalizar sus vacaciones de septiembre en 1928, de manera accidental observó la muerte de unas bacterias expuestas al hongo penicilium, pero el antibiótico no se pudo purificar e industrializar para su uso terapéutico hasta los años cuarenta, en plena segunda guerra mundial, en los Estados Unidos.  En esos tiempos, la penicilina, por ser un elemento estratégico, era considerada casi como un secreto militar y su distribución estaba severamente restringida, de manera que no se conseguía fácilmente. En nuestro país apenas algunas dosis se podían obtener por la embajada norteamericana, luego de rigurosos trámites.


Fue un médico valenciano, el venereólogo Medardo Medina López, el pionero del uso de la penicilina en nuestro país.  Desde mediados de 1945, aun antes de que finalizara la guerra Medina López pudo obtener directamente desde los Estados Unidos abundantes dosis de penicilina que empezó a aplicar en su consultorio contra el flagelo de la sífilis, que junto con la tuberculosis y el paludismo tenían azotada a la población venezolana.

La introducción del fármaco en Venezuela fue una verdadera novedad, que reseñaron los medios de prensa con bombos y platillos. Centenares de personas infestadas acudían diariamente a curarse con “el remedio milagroso” o “la medicina de moda”.  En declaraciones a “ULTIMAS NOTICIAS” en enero de 1946 el galeno valenciano señalaba al periodista quinientos frascos vacíos que había aplicado en menos de dos meses. Y la sala de espera estaba llena de pacientes esperando por su turno…


El doctor Medardo Medina, nacido en Valencia en 1888, hijo del médico y militar del mismo nombre.  Según recuerdan Enrique Bernardo Núñez en “Signos en el Tiempo” y Miguel Colombet en “Carabobo Histórico y Pintoresco” el joven Medardo hizo sus primeros estudios en el famoso “Colegio Requena” en 1901, donde destacó desde muy temprano, llegando a ser editor del diario que se imprimía en el colegio llamado “El Aerópago”.  Apenas graduado de bachiller, el Concejo Municipal de Valencia le da el cargo de “Ayudante del Médico del Hospital de Caridad”, donde entra en contacto directo con el mundo de la medicina y la enfermedad. Al estar cerrada la Universidad de Valencia, fue a estudiar a la capital, donde  terminó sus estudios de medicina en la Universidad de Caracas en 1912, año en el que el dictador Juan Vicente Gómez clausuró la casa de estudios.  Fue alumno de los famosos doctores Revenga, Bueno y José Gregorio Hernández.

Desde sus primeros años de ejercicio se dedicó al estudio al problema médico-social que lo preocupaba: las enfermedades venéreas (llamadas hoy ETS), publicando varios libros de corte científico, entre ellos: “La Marcha Invasora de la Sífilis”, “1020 Aplicaciones del 606”, “Los Peligros de la Sífilis”, “1020 Aplicaciones del 606”y “El Bismuto en el Tratamiento de la Sífilis”, el cual en 1.926 se hizo acreedor de un galardón otorgado por la revista catalana “Les Nouvelles Connaissances Medicales”.  

Su preocupación por la salud pública lo llevó a ser columnista fijo de los diarios de la épóca, tales como “EL UNIVERSAL”, “LA ESFERA” y  “EL HERALDO”.  También era articulista de en “Billiken”, “El Heraldo”, “Revista Científica” “La Religión”, “El País”,  “A.N.A.F.”, “Gacetilla Bayer” y “Miniatura” donde trataba de manera novedosa, y hasta audaz y polémica temas tales como educación sexual, higiene, alcoholismo, herencia, matrimonio, prostitución, eugeneisa, delincuencia, medicina laboral, etc y sus artículos eran replicados en numerosas revistas de América Latina. Fueron centenares de los artículos que escribió en su carrera, tratando de  educar y concienciar.
Por más de 30 años Medina (y todos los médicos) estuvieron tratando las infecciones bacterianas con distintas medicinas, muchas de ellas derivadas de elementos altamente peligrosos como el arsénico, elemento fundamental de fármacos como el “606” y el “SALVARSAN”, pero desde 1945 la terapéutica dio un vuelco total con la introducción de la penicilina.

Medardo Medina López el primero en usar la penicilina, también fue el último en ir a su consultorio y a visitar a sus pacientes en coche o a caballo.  Aún en los años 30 cuando la los automóviles eran populares en nuestras ciudades la figura del elegante médico manejando su “quitrín” halado por dos bellos y briosos corceles o sobre un impresionante palomino era una imagen digna de recordar.






Medardo Medina López, el último médico a caballo.

BIBLIOGRAFIA:
Album de recortes del Dr. Medardo Medina López
Nuñez,  Enrique Bernardo “SIGNOS EN EL TIEMPO “ Ediciones del Ejecutivo del Estado Carabobo. Secretaría de Educación y Cultura. Valencia 1969
Colombet, Miguel. “CARABOBO HISTORICO Y PINTORESCO”