domingo, 18 de agosto de 2019

LOS ANTIGUOS COCHEROS DE VALENCIA


LOS ANTIGUOS COCHEROS DE VALENCIA
Por
Luis Heraclio Medina C.
Generalmente cuando a un venezolano se le habla de coches y cocheros en lo único que piensa es en una vieja canción de Billo¨s que menciona a Isidoro, el último cochero de Caracas, pero los cocheros fueron personajes muy importantes  en todas nuestras ciudades, tanto como el personaje de la canción e incluso algunos perduraron en nuestras calles hasta hace relativamente poco tiempo. 

En el siglo XIX y hasta bien entrado el XX, no existían ni carreteras, ni mucho menos autopistas, casi no había puentes.  La gente, para viajar utilizaba el ferrocarril, su caballo o en algunos casos los coches.  Igualmente para el traslado de las mercancías y las cargas se utilizaban las “parihuelas” que eran una especie de camilla para llevar una carga, llevada por dos hombres o los coches tirados por una bestia, generalmente una mula o caballos.
La primera línea de coches de que se tenga conocimiento data de 1851, era la “José Berenguer & Cía” que ofrecía sus servicios entre Valencia y Pto. Cabello. Salían de Valencia los lunes y jueves a las seis de la mañana y de Puerto Cabello los martes y sábados a la misma hora. Suponemos que en aquellos tiempos se tardarían unas diez o doce horas en el trayecto.  Cada asiento valía cinco pesos y el único equipaje permitido por pasajero era una muda de ropa. Además había que pagar un real por el peaje.  Por su parte, el Dr. Enrique Mandry Llanos (In-Formate Nro. 371 mayo 2004) recuerda que en el año de 1866 una línea de coches (Legorburu y Cía.) que hacía la ruta Caracas-La Victoria fue la primera en solicitar autorización al Concejo Municipal de nuestra ciudad para extender su ruta hasta Valencia.  Seguramente estas líneas duraron  poco tiempo, porque debieron ser desplazadas cuando aparecieron el “Ferrocarril Inglés” y el  “Ferrocarril Alemán”, porque eran mucho más rápidos y cómodos.  En esos tiempos había varias líneas internas de coches en la ciudad, entre las que recuerda a “Coches de Carabobo” de Leopoldo Velásquez, las cuales empezaron a ser reglamentadas por una ordenanza municipal  de 1883.
Coche frutero en la Venezuela de principios de siglo.
El transporte pesado en esos tiempos se hacía por unos rústicos coches generalmente manejados por su propietario,  tirados generalmente por mulas que eran más fuertes y menos briosas que los caballos. Estos coches se encargaban de las grandes mudanzas, de el aseo urbano, de la carga de los toros muertos en las corridas de Arenas de Valencia, tierra para matas, cemento, herramientas y en fin, el aserrín y los restos de madera de los aserraderos,  todo aquello que no había como transportarlo en parihuela o a caballo.  Estos coches continuaron existiendo hasta bien entrado el siglo XX, ya que su costo era mucho menor que el de los vehículos a gasolina y se los encontraba estacionados en plena calle, en distintos lugares de la ciudad, especialmente por los lados de la esquina de la Candelaria.  De estos coches el último del que se tiene recuerdo es el de un señor conocido como “Mantequilla”, que en los últimos tiempos se dedicaba al transporte y venta de tierra abonada, según recuerda Federico J. Kuper Sauné en un artículo en  la In-Formate Nro. 250 de marzo de 1993.
El antiguamente famoso "Mantequilla" el último de los cocheros de carga de Valencia.
Otro cochero, distinto y algo más reciente, era el señor Ramón López, quien tenía una caballeriza, si mal no recuerdo, en la Parroquia San José, por los lados de Agua Blanca, que en los años sesenta  hacía un recorrido por el norte de la ciudad con un simpático coche de tablitas multicolores en el que paseaba a los niños por las calles de las urbanizaciones.  También en ocasiones hacía su recorrido con unos seis o siete caballos en nos sacaban a pasear por el sector, una experiencia inolvidable para los niños de aquellos tiempos.
El cochecito de Ramón López, que hacía las delicias de los niños en los años sesenta.
También debo señalar a otro cochero, valenciano nato, pero que fue más conocido en Caracas que en su propia ciudad natal, me refiero a mi tío abuelo el Dr. Medardo Medina López.  Al contrario de los anteriores que eran unos sencillos hombres de pueblo, el tío Medardo era un destacado científico, paradigma de la elegancia y la caballerosidad, que aunque tenía un automóvil, no era amigo de manejarlo y prefería salir a pasar consulta a sus pacientes, o simplemente a pasear en un bellísimo “quitrín” o pequeño coche descubierto tirado por dos magníficos corceles (en otros países llamado spiderphaeton).  
El Dr. Medardo Medina con sus soberbios caballos alazanes.
Tenía dos parejas de bellos caballos, un par de alazanes (marrones, vamos a decir) y un par de bayos (catires en dos tonos, para entender mejor)  Medardo, amante de los caballos, insistía en usar su coche, todavía en los años 30, cuando ya todo el  mundo andaba en automóvil. Sus andares por las calles de Caracas eran tan llamativos que en diversas revistas y periódicos de la época se le hicieron reportajes gráficos.
El par de hermosos bayos del tío Medardo, nacidos en Cagua, en la hacienda de González Gorrondona, hijos de un andaluz.
En una oportunidad, paseando por El Paraíso, tuvo que parar su “quitrín” ya que a su lado pasaba a gran velocidad  una caravana de automóviles con escolta motorizada.  Era el dictador Juan Vicente Gómez.  Un poco más adelante, de manera abrupta, se detuvo la caravana presidencial y de uno de los lujosos automóviles se bajó un oficial, que corrió hasta donde estaba Medardo:
-Buenos días señor, manda a decir mi general Gómez que en cuánto le vende los caballos, que están muy bonitos.
Medardo tragó grueso, pensó en las arbitrariedades y brutalidades del dictador que no tenía ningún escrúpulo a la hora de obtener lo que quería.
-Dígale al general, que mis caballos no están en venta, que son para mí como parte de mi familia.
El militar salió corriendo hasta el automóvil presidencial, habló algo con el pasajero y regresó corriendo nuevamente donde Medardo.
-Mi general Gómez dice que lo felicita, que alguien que quiere tanto así a sus animales debe conservarlos siempre, y que tenga buenos días.
Y como el militar  llegó, se fue.  Medardo pudo continuar con sus paseos en coche por muchos años más.
Paseando en el quitrín. 
FUENTES
Revistas In-Formate Nros. 240, 311, 362 y  380.
Archivo Fundhea (Derbys López)
Archivo personal de Medardo Medina López.
REVISTA ELITE, LEYENDA:
NATURA TRIUNFA DE LA MECANICA

Un coche en los carnavales de Valencia a finales del siglo XIX
En plena era automovilística cuando nuestras estrechas calles colonialesresultan casi intransitables para el pacífico viandante, que vive en continua zozobra, aturdido por el alboroto de bocinas y cornetas, raro y plausible es el buen gusto del doctor Medado Medina, propietario de esta arrogante pareja de caballos –nacidos en Cagua, de padre genuinamente andaluz y de una yegua media sangre- que unce al lujoso tilburí en el cual pasea por las tardes. El doctor Medina pagó Bs. 6.000 por los dos pencos; uno de ellos cuenta tres años de edad y el otro tres años y medio. Vieron la complicada luz mundanal en los potreros de los González Gorrondona.
Otros coches venezolanos del siglo XIX y principios del XX:



















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jueves, 8 de agosto de 2019

II GUERRA MUNDIAL: PELEAD E PERROS EN LA ISLA LA BLANQUILLA


PELEA DE PERROS EN ISLA LA BLANQUILLA.
Por
Luis Heraclio Medina C.

En unas fechas de agosto como estas, pero de 1943 ocurrió en las inmediaciones de la isla venezolana de La Blanquilla uno de los combates más violentos y épicos de la segunda guerra mundial: la caza del submarino U-615.
Desde mediados de 1943 este sumergible se encontraba realizando ataques en contra de los buques aliados en aguas del Caribe. Incursionó en el Golfo de Paria y bordeó toda la costa venezolana sin encontrar ninguna presa.  El 28  de julio, a pocas milla al norte del estado Falcón hundió al buque tanque “Rosalía” que venía del Lago de Maracaibo con su contenido de hidrocarburos.
El "Rosalía" hundido a finales de Julio por el U-615
El 29 de julio empezó la batalla cuando un bombardero norteamericano B-18 localizó al sumergible y atacó sin resultado.
El 31 de julio lo vuelven a localizar y nuevamente fallan en el blanco y el submarino se sumerge y se le pierde la pista.
El 1ero de Agosto un bombardero B-24 basado en Curazao lo localiza y le lanza varias bombas, con el mismo resultado: el submarino escapa.
 Finalmente el 6 de agosto el submarino alemán U-615 es definitivamente localizado por aeronaves norteamericanas y se traban en una lucha que durará varios días.  Es el combate más largo contra un solo buque registrado en la segunda guerra mundial.
La madrugada de ese  día un avión PBM-3S Mariner P-6 localizó al submarino en la superficie y luego de lanzar unas bengalas para iluminar la escena atacó con dos bombas a la nave alemana que explotaron fallando el blanco, luego el avión atacante volvió sobre el buque, fallando nuevamente.  El submarino se sumergió y el avión lo perdió de vista.  Al rato llegó un buque de la marina norteamericana y al divisar el periscopio del submarino atacó  con cargas de profundidad.
Avión Mariner
Era la primera vez que un submarino enemigo estaba perfectamente ubicado en aguas del Caribe y todas las fuerzas aliadas de la zona se empeñaron en darle caza.  En Chaguaramas, Trinidad, estaba la base de buques antisubmarinos más grande de Estados Unidos y otras ubicadas en Panamá y las islas del Caribe incorporaron sus aviones y barcos a la lucha.
Más tarde, en la mañana, el sumergible tuvo que emerger para recargar las baterías y tomar aire fresco.  Poco después del mediodía el submarino, ya iniciando la inmersión  fue localizado por un avión Mariner norteamericano, que le lanzó cuatro cargas de profundidad que explotaron muy cerca del submarino, que se sumergió rápidamente para evitar ser destruido, pero las cargas de profundidad  le causaron severos daños, habían averiado el casco y los motores estaban fallando. En vista de que el submarino estaba haciendo agua, al capitán no le quedó más remedio que emerger.  Al salir  a la superficie fue inmediatamente visto por el avión Mariner, quien informó la posición a la base de Chaguaramas e inmediatamente reinició el ataque.
A su vez, el capitán del sumergible, ordenó a los artilleros de su buque tomar posiciones de combate en sus cañones antiaéreos y ametralladoras.
Cuando el avión entró en picada para lanzar sus bombas y ultimar al submarino recibió una andanada de metralla mortal, cayendo al mar y explotando.
Foto tomada desde uno de los bombarderos del momento en que el U-615 es atacado.
Unas cuatro horas más tarde llegó al lugar otro avión Mariner y empezó a ametrallarlo. Los artilleros del sumergible esperaron a que el avión atacante estuviera a tan solo unos trescientos metros para responder el fuego que impactó de lleno en el Mariner, arrancando pequeñas partes de un ala y produciendo un incendio, pero el avión lanzó cuatro cargas de profundidad que causaron más daños en el sumergible.  El timón se dañó y puso al buque a dar vueltas en círculo, mientras los marineros desesperadamente utilizaban las bombas de achique para evitar que el buque terminara de hundirse.
Una hora más tarde llegó otro avión norteamericano, esta vez un Ventura VP2 Harpoon, que lanzó cuatro poderosas bombas, que explotaron muy cerca del submarino y lo hicieron hundirse momentáneamente y lanzaron a los artilleros al agua, pero rápidamente regresaron al barco que increíblemente emergió.
A las seis de la tarde, llega un tercer avión, otro Mariner, a incorporarse al combate.  El submarino está completamente dañado, las bombas de achique no funcionan, los motores tampoco. Lo único que queda es la férrea voluntad de sus marineros y las ametralladoras y los cañones antiaéreos.

El recién llegado Mariner entra en picada en contra del submarino para dar el toque definitivo, pero recibe una andanada de plomo y fuego, matando al piloto, destruyendo el radar del avión y dañando el piloto automático.
Casi a las siete de la noche, llega otro avión Mariner a sumarse a la pelea. Al atacar, recibe una ráfaga de balas, que lo avería y lo obliga a retirarse inmediatamente a su base.
Ya de noche, se incorpora a la lucha un bombardero B-18, mas tarde llega también un dirigible de observación  K68. Pero entre la lluvia y la oscuridad de la noche, se perdió de vista el submarino. Había pasado tanto tiempo en la persecución que el dirigible K68 se quedó sin combustible suficiente para regresar a su base y tuvo que aterrizar de emergencia en La Blanquilla, pero los fuertes vientos de la tormenta desgarraron sus lonas e hicieron pedazos el dirigible.

Al quedarse sin combustible los aviones que estaban en el combate tuvieron que ser relevados por otro Mariner y regresaron a sus bases a curar a los numerosos heridos de las tripulaciones y reparar a sus naves de los tiros recibidos.
El capitán Kapitzky, del U-615
Mientras tanto, el submarino, que había sido atacado por siete aviones distintos, se había quedado sin municiones, los motores estaban paralizados, los timones se encontraban dañados, el casco estaba agujereado.  Su capitán Kapitzky, había sido gravemente herido por las balas de los bombarderos. Ya no había cómo luchar.  Era la madrugada del 7 de agosto. A lo lejos se divisaba una columna de humo de un barco que se acercaba.   El oficial al mando ordenó permitir que entrara el agua al submarino.  A las cinco de la mañana las aguas de lo más profundo del Caribe venezolano se tragaron por última vez al U-615.  Cuarenta y tres tripulantes que sobrevivieron fueron rescatados por el destructor norteamericano que llegaba desde lo lejos.  El capitán Kapitzky y otros tres tripulantes habían muerto en el combate.

En los archivos norteamericanos y de las declaraciones de los sobrevivientes del U-615, quedaron pormenorizados detalles de este combate. Incluso algunas fotografías que tomaron los tripulantes de los aviones atacantes. Un hecho ocurrido en frente a nuestras costas que pocos conocen.

La tripulación del U-615, rescatados luego del hundimiento de su submarino