miércoles, 24 de julio de 2019

LOS BOLÍVAR VALENCIANOS

LOS BOLIVAR VALENCIANOS
Por
Luis Heraclio Medina C. 
No se conoce que Simón Bolívar tuviera hijos, o por lo menos es la opinión más general, pero sí dejó descendientes colaterales, es decir, los hijos de sus hermanos y sus descendientes.  Bolívar tuvo 3 hermanos: Juan Vicente, María Antonia, Juana.
Muchos no saben que en Valencia han vivido y actualmente viven muchos de esos descendientes de El Libertador. 
El hermano mayor de Simón, llamado Juan Vicente, también estaba involucrado en las luchas por la independencia, pero en misión oficial muere prematuramente
Los hermanos Bolívar: María Antonia, Juana, Juan Vicente y Simón.
en un naufragio en 1811, dejando tres hijos: Juan, Fernando y Felicia Bolívar Tinoco.  Esta última se casó con el gran amigo, compañero de luchas, albacea, edecán y compañero de Bolívar, el general José Laurencio Silva. 
El matrimonio Silva-Bolívar se instalaron en Valencia, donde el bravo y veterano general, cuando no andaba en plan de guerra, se dedicaba a la producción agrícola.   En nuestra ciudad procrearon  a varios hijos: María Trinidad, Emilia, Josefa, Juan Vicente, Laurencio, Simón Bonifacio, y Felicia. Esta última, se casó con el doctor Luis Ignacio Celis Belisario y también fundaron familia en Valencia; valencianos son sus hijos: Josefa María, Luis Emilio, Felicia Narcisa, María Fernanda, Carlos Lino, Victor Manuel y Luisa Teresa.
El Gral. José Laurencio Silva, casado con la sobrina de El Libertador Felicia Bolívar Tinoco.
Luisa Teresa se casó con el eminente médico obstetra valenciano Luis Ravelo Pérez, galeno de gran trayectoria en nuestra ciudad, de principios del siglo XX, a quien recordamos especialmente por ser uno de los pioneros de la obstetricia en Venezuela y por su ardua labor en la lucha contra la terrible peste española que asoló a nuestro país y especialmente a Valencia en Octubre de 1918, cuando fue nombrado responsable de la Junta de Socorro del Municipio San José junto con sus colegas Francisco Codecido Baquero y Melquiades Granadillo. Luis Ravelo formó parte de la última promoción de médicos de la Universidad de Valencia, antes de que la máxima casa de estudios fuera cerrada por el dictador Cipriano Castro. Había sido alumno de los no menos ilustres, Luis Pérez Carreño, Rafael Guerra Méndez y Eduardo Celis.
El obstetra valenciano Dr. Luis Ravelo Pérez, casado con la nieta de Juan Vicente Bolívar, Luisa Teresa Celis.
Luisa Teresa Celis y Luis Ravelo tuvieron en Valencia 3 hijos:  Luis Rafael, María Teresa y José Antonio Ravelo Celis, a quienes tuvimos el honor de conocer de muy cerca y  fueron honorables miembros de la comunidad del Cabriales, gente buena y trabajadora, con sus propios méritos y a quienes la modestia les impedía  hacer alarde de en sus venas llevan la misma sangre del Libertador.  Sus hijos y nietos están con nosotros, nos los encontramos a cada rato, en el mercado, en la plaza, en la iglesia. Con todos los venezolanos siguen trabajando en sus oficinas, aulas y consultorios y luchando en las mismas barricadas donde nos encontramos todos, por la libertad, igual que hace 200 años.
Fracción del Arbol Genealógico de los Bolívar, donde aparecen los personajes mencionados en este artículo.

sábado, 20 de julio de 2019

LA MATANZA DE LOS CANARIOS o LA PRIMERA SANGRE: 15 de JULIO DE 1811


LA MATANZA DE LOS CANARIOS o LA PRIMERA SANGRE: 15 de JULIO DE 1811
Por
Luis Heraclio Medina C.
La “historia oficial” trata de ocultar algunos episodios o de olvidar otros, pero para la comprensión de los hechos es bueno recordar todas las cosas tal como realmente ocurrieron; así es más fácil entender cómo todos los hechos están entrelazados y que los unos son consecuencia de los primeros y así sucesivamente.
Uno de estos hechos, que poco se cuentan ocurrió apenas unos días luego de declarada la independencia el 5 de Julio de 1811, por parte de los diputados de las provincias de Venezuela, reunidos en el Congreso.  En este Congreso que declaró la independencia era obra casi exclusivamente de los blancos criollos, casi todos los dueños de las grandes plantaciones, los grandes terratenientes, los “grandes cacaos” que sin duda son los Padres Fundadores de la República, los llamados hasta entonces “españoles americanos” en oposición a los “españoles europeos”, quienes ejercían el poder político.
En Venezuela vivían gran cantidad de  canarios o isleños, casi todos dedicados al comercio; muchos de los comerciantes canarios más modestos (pulperos, marineros, artesanos, bodegueros, tenderos, etc), vieron con preocupación la toma del poder por los blancos criollos.  Si bien los canarios más acaudalados tenían estrechas vinculaciones con los mantuanos, los más pobres posiblemente tuvieron el temor de que sus derechos fueran afectados por los nuevos gobernantes. Nuevos impuestos, limitaciones al comercio y eventualmente, gastos y pérdidas de una guerra, tales como expropiaciones, saqueos, contribuciones especiales, etc. También hay quienes piensan que ingenuamente fueron engañados por partidarios de la monarquía que les hicieron creer que la República los despojaría de sus bienes.  Igualmente, otros habitantes no simpatizaban con la independencia declarada por los blancos criollos, especialmente los pardos venezolanos, que no tenían mayor representación en los diputados del congreso, que como se dijo, pertenecían a una clase distinta a la suya. Ni canarios pobres ni pardos tenían nada que ganar con la República, a la que consideraban exclusivista y oligárquica, en todo caso, su condición podrían verse desmejorada: Los blancos criollos ya eran dueños del poder económico, ahora dueños también del poder político no tendrían ningún contrapeso.  Canarios pobres y pardos en Caracas, Los Teques, Valencia y otras ciudades comenzaron a conspirar contra el gobierno de la Junta de Gobierno de Caracas….
Llega entonces el día 11 de Julio, todavía no se habían producido mayores hechos de violencia a causa de la independencia, no se había derramado la primera gota de sangre.  Es así que en los Teques un pequeño grupo de laboriosos comerciantes encabezados por el caraqueño José María Sánchez, el canario Juan Díaz Flores, el cura dominico Juan José Garciá y el doctor Antonio Gómez, al frente de unos sesenta vecinos, casi todos canarios, se pronuncian en contra de la declaración de independencia del Congreso. Desfilaron por las calles del pueblo, montados en mulas y burros, armados con unos viejos trabucos y con unas vetustas corazas de latón, al estilo de Don Quijote de la Mancha. Su grito es “Viva el Rey y la Virgen del Rosario” y enarbolan estandartes con la imagen religiosa.  El gobierno de la Junta Suprema de Caracas  inmediatamente envía una pequeña tropa y reduce a la modesta y ridícula tentativa sin hacer un solo tiro, apresando a todos los insurrectos.
Ahora bien, si la asonada de los canarios de los Teques fue una extravagancia, la respuesta del gobierno fue grotesca: el 15 de julio, tras un juicio sumario, dieciséis de los alzados fueron fusilados, sus cadáveres fueron expuestos en la Plaza de La Trinidad, los decapitaron y sus cabezas fueron exhibidas en largos palos en las afueras de Caracas. Todos sus bienes fueron confiscados por las autoridades.  Otros 300 españoles europeos y canarios fueron encarcelados sin juicio alguno.  A Díaz Flores no sólo lo fusilaron y lo decapitaron, sino que lo descuartizaron y sus despojos se guidaron de palos en distintos puntos de la ciudad.
Estos hechos de violencia fueron repugnantes para varios ingleses que se encontraban en el país quienes escribieron a sus coterráneos sobre  en el efecto desfavorable que estas ejecuciones tenían para la causa patriota ante la opinión pública europea. Gracias a estas correspondencias (entre otros documentos) es que podemos tener una fiel relación de los hechos.
 Este primer episodio de sangre no hizo sino propalar la llama del odio que se extendería como la pólvora. Los odios estallarán en la Primera República. Rencores diversos, de todos los inconformes con el nuevo orden, inconexos, sin ideas claras, y sobre todo, los resentidos, no sólo de isleños de orilla, sino también de pardos, de mulatos y de esclavos.
Esta fue la “primera sangre” derramada en la larga lucha de independencia. Un episodio casi olvidado de nuestra historia.  Se había abierto la caja de Pandora que por más de diez años sembraría la muerte y la destrucción en estas tierras. 
FUENTES:
PARRA-PEREZ, CARACCIOLO. “Historia de la Primera República de Venezuela” Tomo II, Caracas, Tipografía Americana, 1939
SISO MARTINEZ, J.M. “Ciento Cincuenta Años de Vida Repúblicana”, Biblioteca del Sesquicentenario. Volumen I, Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas 1963
Web fuente
MANUEL HERNÁNDEz GONzÁLEZ  “LOS CANARIOS EN LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA” Universidad de la Laguna. http://bolivarium.usb.ve/pub/anuarios/15/articulo03.pdf