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sábado, 30 de mayo de 2020

Un “Tubazo” histórico: El Testamento del Gral. Matías Salazar




Un “Tubazo” histórico: El Testamento del Gral. Matías Salazar
Por

Luis Heraclio Medina Canelón
En estos días, a raíz de la publicación de nuestro artículo sobre la Batalla de Guama y su personaje central, el Gral. Matías Salazar recibí la llamada de un pariente (quien me pidió expresamente no identificarlo) que me manifestaba su agrado por el mencionado escrito. Pero también me sorprendió con una primera noticia: Me informó que él es sobrino-tataranieto del famoso general Salazar, lo cual yo nunca habría imaginado, pero lo mas extraordinario es que el primo tiene el original del testamento que redactó de su puño y letra Matías Salazar horas antes de ser fusilado.
Por supuesto, que en el acto le pedí una copia de tan importante papel, que es la que pueden ver los amigos en este artículo.
El escrito en cuestión, aparte de ser un documento de  valor histórico extraordinario por el mero hecho de quien lo suscribe y la grave oportunidad en la que fue redactado, me ha dado (y creo que a todos nos dará) una nueva o más amplia visión del controvertido personaje.
Aunque sus biógrafos coinciden en que el general Salazar era un hombre de un regular nivel de cultura, y que había trabajado como escribiente jurídico y como maestro, sobre él se había levantado un matiz de típico soldado de montonera, ignorante, muy violento y casi bandido; pues de la mera observación de su última voluntad se evidencia que era un hombre acostumbrado a escribir, con una impecable caligrafía, adecuada redacción y buena ortografía. Resulta dramático ver como inicia la escritura con una evidente serenidad, con el pulso firme, que le permitía hacer una letra impecable, la cual se va deteriorando a medida que escribe y al final del manuscrito, cuando escribe la despedida,  se puede intuir que seguramente ya temblaba su mano al pensar que en pocas horas sería fusilado.
En cuanto al contenido mismo del pliego, su autor se presenta como un hombre religioso, tranquilo porque se ha confesado: “bien confesado” escribe textualmente.  Pide que oren por él y que se manden a decir misas por el descanso de su alma.  Expresamente hace una petición de “las 30 misas de San Gregorio”. Se trata de lo que se llama las “Misas Gregorianas”: Una serie de misas por treinta días consecutivos, sin interrupción, tan pronto sea posible luego del fallecimiento de una persona. Son una costumbre religiosa que data del siglo VI que busca que el difunto, de quien se cree que pueda tener dificultades para ir al cielo, ya que se presume que va a caer en el purgatorio, se pueda encaminar hacia el descanso eterno. De su insistencia en la realización de estas misas, se evidencia que estaba arrepentido de sus los actos de su violenta y turbulenta vida.
 Dice que ha recibido el “biático” (sic). Normalmente se entiende por viático, el sustento que se le entrega al viajero para que se mantenga durante el viaje.  En materia religiosa, se refiere al viaje desde el mundo terreno hacia el más allá: Es la eucaristía que recibe quien está en trance de morir. O sea, que Matías Salazar comulgó y se confesó el día antes de su fusilamiento. Va a morir absuelto de sus pecados confesados, de allí su tranquilidad espiritual. Dice que va a morir “asistido”, o sea, que el sacerdote lo va a acompañar y le ha puesto los Santos Oleos, o Extremaunción, como se decía antiguamente.
Una de las pocas fotografías del Gral. Salazar.
Declara que su único amigo allí es el “padre Gaspar”.  Se refiere al cura párroco de Tinaquillo, Gaspar Yánez, quien cuenta la historia que pidió el perdón a favor del condenado hasta el último momento. Yánez no auxilia a “Matiitas” hasta el lugar de la ejecución: no quiso ir a presenciar la muerte de su viejo amigo y le pidió el favor de asistir al condenado al padre Octaviano González.
Dispone detalladamente de sus bienes: Hace unos particulares legados a parientes y a la iglesia. Regala ganado. Deja dinero para los pobres de solemnidad, “pero que se los den poco a poco”.  Nos llama la atención que lega a la iglesia del Tinaco una imagen grande de la Virgen del Carmen.
También este testamento nos da la idea de que es un hombre bastante familiar.  Trata a su esposa de “Mi queridísima” y le da algunos consejos e instrucciones. En el terrible trance que está viviendo no olvida dejarle un amparo económico a su madre y hermanas, y les lega unas cantidades de dinero efectivo.  
Finaliza pidiéndoles a sus familiares valor y resignación y que recen por él.
Después de la ejecución, que para muchos es más bien un asesinato, los restos del general Salazar fueron enterrados en el cementerio de Tinaquillo, donde permanecieron por varios años. Luego fueron inhumados en la Catedral de Valencia, Capilla del Crucificado, donde permanecían por lo menos hasta principios del siglo XX.
He aquí el texto del testamento (salvo las palabras que no pudimos entender). Posiblemente algunas palabras hayan sido mal interpretadas por nosotros:


Señora Cergia Moreno de Salazar, Carmen Luna y familia
Tinaquillo, mayo 16 1872
Mi queridísima esposa
Te Supongo ya en cuenta que por desgracia he caído prisionero en manos de mis enemigos, pero afortunadamente me he confesado he recibido el biatico y mañana a las ocho de la mañana ya no estaré, pero no se aflijan Ustedes porque me he confesado muy bien y confío, tengo espero morir en gracia de Dios
El Señor me ha concedido lo que le he pedido, lo que es morir asistido, he sido también muy feliz porque he sido tratado_____

En poder del padre Gaspar quedan mis documentos que _____
Reales que tengo en Caracas y otros que el te entregará para _____
Su valor de quince mil pesos, de estos reales me le dará a mis hermanas quinientos pesos y a mi mamá dos mil . A mi cuñado ____ que _____ una goleta que tiene el doctor Sandoval y Pedro ____ y negocie con ellas.
Las novillas de Arauca las regalo a Vicente Hernández.  Tu tienda, tus casas  y el resto de tu dinero es de tu propiedad. La casa de Tinaquillo debes venderla. La imagen grande del Carmen la regalo a la iglesia de Tinaquillo. Denle a padre Gaspar cincuenta pesos para que hágame las treinta misas de San Gregorio regálenle la Virgen del Socorro venticinco pesos y venticinco que de a la de los pobres de solemnidad poco a poco, sea muy desconfiada y viva con su madre o con la mía, aquí no he encontrado mas amigo que el padre Gaspar. Esta ha sido una fortuna que cercado de ballonetas haya podido hacer estas líneas.
Siento no haber tenido el gusto de ver mi estimada familia y mi muy querida madre. Considero que diré de mi corazón que está enferma. Adiós mi Cerpa, Adiós Madre mía, Adiós mis hermanitas, les suplico que tengan valor y resignación
Matías Salazar

Aunque ustedes rezaran mucho por el bien de mi alma yo se los encargo muy encarecidamente. Nada hay mal
Vivan muy bien y  __________ a Dios que es el Único bien posible




miércoles, 13 de mayo de 2020

LAS PRIMERAS ENFERMERAS Y ENFERMEROS DE VALENCIA




LAS PRIMERAS ENFERMERAS Y ENFERMEROS DE VALENCIA
Por
Luis Heraclio Medina Canelón
Algunos componentes de la sociedad son tan familiares y comunes que pensamos que siempre han estado allí.  No nos detenemos a pensar que alguna vez no existieron, mucho menos imaginamos cómo llegaron o quiénes fueron los primeros en desempeñar aquellas funciones. Así sucede con las enfermeras. Es justo recordar quienes fueron las primeras mujeres que ayudaron a los médicos del pasado en la loable función de cuidar a los enfermos.
La enfermera (o enfermero) siempre está asociada al hospital.  Los antiguos hospitales diferían bastante de lo que hoy entendemos por “hospital”, ya que más que lugares para hacer intervenciones quirúrgicas o complicados tratamientos médicos aquellos antiguos hospitales eran los lugares donde los más pobres acudían para que los cuidara alguien hasta que se curaran de su dolencia o en todo caso, hasta que les llegara una muerte con cierta dignidad. Es por eso, que en los lugares con cultura y tradición católica, como lo es Venezuela, los primeros  hospitales estaban íntimamente vinculados a las religiosas.

El hospital más antiguo de Valencia  fue el “Hospital de Caridad” (llamado primitivamente San Antonio de Padua) ubicado en una de las casas más antiguas de la ciudad, la famosa “Casa de la Estrella”. Aquel hospital, concebido con otras ideas, no tenía quirófano, ni salas de asepsia o consultorios. Lo que si tenía era salas para los enfermos, sala de degredo (aislamiento) y capilla  donde se podía oír misa desde el catre del paciente, sin tener que levantarse.
En aquellos tiempos los médicos acostumbraban a visitar a sus pacientes en su casa; todos los partos eran en la casa de la parturienta, igualmente las intervenciones quirúrgicas, por más complicadas que fueran se hacían en la casa del paciente. Contaba mi abuelo Luis Eudoro Medina que en 1910, después de que le pegaron un tiro por el abdomen, lo llevaron a su casa y el cirujano lo operó en la mesa del comedor, recuperándose satisfactoriamente.

Otras antecesoras de las enfermeras era, en el caso de los partos, las “comadronas”; eran mujeres sin mayores estudios, pero con mucha experiencia práctica que ayudaban en los partos. Muchas de ellas eran profundamente respetadas por los mejores médicos por su experiencia vivencial. Se recuerda a una llamada Rosa de Díaz, a quien el propio Dr. Fernando Guerra Méndez confió para ayudar en el parto de todos sus hijos.
 Pero sucede que desde 1852, cuando se autoriza al antiguo “Colegio Nacional de Carabobo” a impartir clases de medicina (aún antes de existir la antigua Universidad de Valencia), los estudiantes de medicina empiezan a acudir al hospital, en calidad de “practicantes” o “ayudantes, por lo que el antiguo hospital-hospicio empieza a adquirir una de las características de los modernos hospitales, como es la docencia y la investigación de la medicina. Luego, durante la presidencia de Rojas Paúl, el mandatario revoca la prohibición que impusiera Guzmán Blanco en contra del establecimiento de órdenes religiosas en el país y se autoriza la llegada a Venezuela de varias congregaciones, entre ellas las monjas francesas de “San José de Tarbes” que se encargan del cuidado de los enfermos en el Hospital de Caridad. Es así que coinciden en el hospital las hermanas religiosas y los estudiantes de medicina. Esta sinergia entre las religiosas y los practicantes convirtió a ambos grupos en los primeros enfermeros de la ciudad.
Relación de la Municipalidad de Valencia de los sueldos de médicos y practicantes. No aparecían todavía las enfermeras. Los practicantes eran entre otros Carlos Sanda y José Viscarrondo. El médico del hospital, mi bisabuelo Medardo Heraclio Medina. 

Es de notar, que al revisar las Actas de la Municipalidad de Valencia, entre finales del siglo XIX y principios del XX, no encontramos ninguna partida para el pago de salarios de enfermeras, pero si las hay para el pago de los “practicantes”, es decir, los estudiantes de medicina que colaboraban con el médico y las monjas en el hospital.  Nos resultó especialmente grato conseguir Actas de los años 1888 y de los años subsiguientes donde figura el nombramiento y los pagos de sus sueldos a nuestro tio-bisabuelo, el entonces bachiller Eudoro López Correa, quien posteriormente se graduaría en la primera promoción de Médicos de la Universidad de Valencia y sería catedrático de la materia de Higiene. En otras actas de la municipalidad (1902) figuran las partidas para pagar los sueldos del los “practicantes” Carlos Sanda y José A. Vizcarrondo que años más tarde serían notables galenos. En esa oportunidad eran ayudantes del médico del Hospital Civil de la ciudad, mi bisabuelo el Dr. Medardo Heraclio Medina Betancourt.

Poseo también el documento original de la Municipalidad de Valencia del año de 1905 con el nombramiento de “Ayudante del Médico del Hospital de Caridad” de mi tío abuelo Medardo Alberto Medina López, quien era apenas un jovencito recién salido del bachillerato. Con el tiempo el tío Medardo sería un reconocido medico y científico especializado en enfermedades venéreas.
Más tarde, en 1897, en tiempos en que ejerció la presidencia del estado el Gral. José Félix Mora, se construyó el primer hospital con modernos criterios sanitarios: el Hospital Civil, en Candelaria, donde hoy queda el mal llamado Palacio de Justicia. Aquí tres hermanas de “San José de Tarbes” van a cumplir funciones de enfermeras. Cuenta Luisa Galíndez en su "Historia de Valencia" que en 1902 la hermana Adolfina, la superior de las tarbesianas fue condecorada por la municipalidad por su gran labor en los tiempos de la epidemia de viruela de 1899.
Según reseña el Dr. Alfredo Celis Pérez ( en Historia del Antiguo Hospital Civil de Valencia), citado por su colega Mujica Sevilla, todavía en los años treinta las monjas que prestaban sus servicios en el Hospital Civil eran la Superiora Hermana Adolfina, la hermana Celestina y la hermana Ebral. Las crónicas también mencionan a la hermana Celestina. 
Por esos años con la llegada de una nueva generación de médicos se hacen esfuerzos por tecnificar la labor de las enfermeras, adecuándolas a las nuevas concepciones en materia de cuidados médicos. Por esos años llega la primera enfermera profesional al Hospital Civil: la señorita Vicenta Emilia Subero, egresada de la Escuela Nacional de Enfermería. De allí en adelante vinieron los cursos de enfermería dictados por médicos para formar personal calificado.
Debemos hacer mención a dos baluartes en la enseñanza de la Enfermería en Venezuela: El médico valenciano Carlos J. Bello, fundador de la primera Escuela de Enfermería y Puericultura  en el interior del país, anexa al Liceo Bolívar en 1918 en San Cristóbal, Estado Táchira.  Bello es considerado uno de los más importantes sanitaristas del país.  El hospital de la Cruz Roja de Caracas lo recuerda con su nombre;  

Por otra parte el Dr. Rafael Ernesto López Ortega, hijo de mi tío abuelo Eudoro López, arriba mencionado, nacido en Caracas, pero en el seno de una familia carabobeña y criado en el Estado Carabobo, siendo ministro de educación del gobierno del general Eleazar López Contreras, en 1937 crea, entre otros nuevos centros educacionales, la “Escuela Normal de Enfermería”, primer paso para la profesionalización de la noble disciplina de le Enfermería.

FUENTES
Galindez, Luisa. "Historia de Valencia" Tomo II, Centro de Historia del Estado Carabobo. Valencia 1990
López, Víctor José. “Infatigables” Editorial Temple. S.L. Madrid. 2018
Mujica Sevilla, Guillermo. “De Azules y Brumas” Alcaldía de Valencia. Clemente Editores. Valencia. 1997
Yanes, Oscar. “Cosas del Mundo” Gráficas Edición de Arte. Caracas. 1972.