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sábado, 17 de diciembre de 2016

EL MOCHO HERNÁNDEZ Y LA REVOLUCION DE QUEIPA

El Gral Jose Manuel Hernández "El Mocho" en su escritorio en Nueva York, en tiempos de exilio.

EL MOCHO HERNÁNDEZ Y LA REVOLUCION DE QUEIPA
Por Luis Heraclio Medina C:
Septiembre de 2016
En estos días se conmemoran varias efemérides importantes para la historia contemporánea de Venezuela: la primera, de 1897, el primero de septiembre, el gran fraude electoral perpetrado por el presidente general Joaquín Crespo para imponer a su candidato Ignacio Andrade sobre el candidato ganador de las elecciones, el general José Manuel (el Mocho) Hernández y la segunda, de 1925, el 25 de agosto, la fecha de la muerte de ese líder popular nacionalista ocurrida en  su exilio de Nueva York .
¿Quién ERA EL MOCHO HERNANDEZ?
José Manuel Hernández, nació en la parroquia de San Juan, en Caracas, hijo de un carpintero canario, desde muy joven sintió inquietudes políticas. Se inició en sus luchas por la libertad en contra del déspota Antonio Guzmán Blanco, a los 17 años y es herido de un balazo en el combate de “Los Lirios” (Paracotos) , en agosto pero de 1870, donde cae mal herido.  Una vez en el piso un soldado enemigo le cae a machetazos para rematarlo y lo hiere en el cuello y en el brazo derecho, pero afortunadamente se salva aunque la extremidad derecha le quedó inutilizada, de allí viene el sobrenombre de “EL MOCHO” con el que se le conocerá toda la vida.
La modesta casa de el general Hernández en Santa Rosalía, Caracas.
 Tempranamente esempeñó diversas actividades políticas, militares y administrativas, ganando el reconocimiento de la ciudadanía por su honestidad y pulcritud en el manejo de los fondos públicos. Es recordado especialmente por oponerse a contratos leoninos de extranjeros que desfavorecían a la población de Guayana en materia de acueductos.  Siempre se opuso a las ideas continuistas de los gobernantes, lo que le causaron varias prisiones. 
EL GENERAL CANDIDATO DEMOCRÁTICO EN CAMPAÑA
En 1.895 viaja a los EE. UU. a enfrentar un juicio en su contra promovido por un yanky que perdió su jugoso contrato leonino en Guayana, este hecho aumentó su fama de patriota y hombre honrado.  En el Norte conoce y aprende de las prácticas demócratas y las campañas electorales libres que se hacían en ese país y regresa con nuevas ideas democráticas y afianzando sus principios cívicos. En 1897 ya en Venezuela se incorpora al recién creado PARTIDO NACIONALISTA VENEZOLANO (primer movimiento político que utiliza la denominación de “nacionalista”) y es nominado candidato presidencial de dicho partido.  Es en ese momento cuando deja de ser un caudillo más y se convierte en el primer líder (democrático en el sentido moderno de la expresión) que lleva a cabo en nuestro país una manera moderna de hacer la política:  Inicia su campaña electoral en Abril de 1897 con  una serie de giras electorales cada vez más extensas y con más éxito a todo lo largo y ancho de la república, venciendo la falta de hábitos electorales y el sabotaje de las autoridades locales.  Era la primera vez que la gente veía una campaña electoral propiamente dicha, con discursos, volantes, comités locales, propaganda y todas las actividades normales de una campaña electoral democrática.  Utiliza profusamente la prensa, llega a tener hasta 35 periódicos apoyándolo.  Debemos recordar que hablamos de algo sucedido hace CIENTO VEINTE AÑOS, cuando todas esas cosas eran completamente extrañas a nuestra sociedad. Organizó comandos de campaña y juntas electorales. Sus discursos encendidos entusiasman a hombres, mujeres y hasta a los niños de todas las clases sociales que acuden a verlo.   Los estudiantes son sus primeros partidarios. En ferrocarril, en vapor,  a caballo o a lomo de mula recorre Valencia, Puerto Cabello, Barquisimeto, Acarigua, Tinaquillo, Las Trincheras, los Valles de Aragua, La Guaira, Macuto, Maiquetía.  En Maracaibo su recibimiento fue apoteósico, pese a que el gobierno ocupó militarmente la ciudad como si se esperara una guerra.  Luego recorrió Trujillo, Barinas, Apure y Ciudad Bolívar, donde fue recibido por centenares de personas en el muelle.  Su actitud despertaba fé y entusiasmo por la franca actitud, firmeza y energía que revelaba. De  allí al Guárico, luego repasa Valencia, Aragua, Calabozo, Ortiz, Villa de Cura y nuevamente Valencia, para finalmente regresar a Caracas el 30 de Agosto.  Todos lo daban por ganador de las elecciones. Ante las advertencias de algunos, criticaba a sus copartidarios que le insinuaban la conveniencia de prepararse para la guerra, señalando que él creía en la palabra del presidente Crespo quien aseguraba que respetaría los resultados electorales.  Crespo por una parte toleraba hasta cierto punto las actividades de la oposición, aceptaba la libertad de prensa, pero sus autoridades locales hacían cuanto podían en contra de los nacionalistas.  
Los candidatos a las elecciones de 1.897

EL FRAUDE ELECTORAL
Llega el 1ero de septiembre, día de las elecciones. Y todas las plazas (eran los lugares de votación en esos tiempos) amanecen tomadas por los comisarios de los campos y los jefes civiles con centenares de hombres armados de machetes, muchos de ellos en estado de ebriedad. Se le impide a los ciudadanos ejercer su derecho al voto.  Al mismo “Mocho” no se le permite votar en la plaza de La Candelaria.   La coacción del libre sufragio fue general en todo el territorio de Venezuela. Cualquier protesta de ciudadanos desarmados fue inútil ante los macheteros del gobierno.  El Mocho y sus partidarios recabaron las pruebas que pudieron para apelar ante los tribunales de justicia pero fueron llevados presos en octubre.  Cuatro meses después se dieron los RESULTADOS OFICIALES, toda una burla:  El candidato del gobierno de Crespo: Ignacio Andrade había “obtenido” cerca del noventa por ciento de los votos.  Andrade, el hombre de confianza impuesto por el presidente Crespo, casi un títere, era un hombre sin mayores méritos, mas bien de un desempeño mediocre, que reiteradamente era acusado de colombiano, por lo que no podía aspirar a presidente de Venezuela, pero las autoridades se hacían de oídos sordos ante esta denuncia. 
El Gral José Manuel Hernández "El Mocho" en uniforme militar.

EL ESCAPE A VALENCIA   DENTRO DE UN CAJÓN.
Crespo (quien por cierto, también cumple años en el mes de Agosto, el 22), que quería que en el momento del traspaso del poder estuvieran las cárceles vacías, ordena la libertad de todos los presos políticos, incluyendo al “Mocho”  el 20 de febrero de 1898.  Hernández se recluye en su modesta casita de Santa Rosalía,  en Caracas, estrictamente vigilado por  un grupo de policías y espías apostados en las inmediaciones las 24 horas del día.  Estuvo meditando unos días sobre su futuro ¿volver a participar en una contienda electoral dentro e 4 años? Era inútil ante el talante antidemocrático de Crespo.  El “Mocho” entonces decide tomar las armas. Se prepara un cuidadoso plan para escapar de Caracas.  Hernández se finge enfermo el 23 de febrero; sólo se le permite ser visto por su médico de confianza, una tarde llega a visitarlo en un coche de alquiler, un copartidario, con lentes oscuros, espesa barba, levita y sombrero de pumpá, acompañado de dos ancianas. Al poco rato salen las dos viejitas  con un hombre de levita, lentes oscuros y barba, pero no es el que había venido, sino “El Mocho” perfectamente disfrazado. El choche los lleva a otra casa, donde hacen trasbordo a otro coche que los lleva a otra dirección y luego a otra casa más. Nadie los ha seguido.  Allí firma una serie de correspondencias a su gente anunciando su alzamiento.  Luego, ya en la madrugada es llevado a casa del conductor del ferrocarril, otro partidario nacionalista, quien lleva al general hasta la estación del tren de Palo Grande, solitaria a esa hora, donde lo esconden en el vagón de equipajes, dentro de una gran caja de madera.  A las 7 de la mañana, después de ser inspeccionado el tren por la policía y encontrarlo sin novedad, sale hacia Valencia.  En el camino, pasan frente a la residencia del General Crespo, que tranquilamente descansaba, sin imaginar que el hombre que sellaría su destino pasaba a pocos metros de él.  A las 3 pm, el tren llegó a Valencia, pero no es hasta las 8 cuando Hernández pudo abandonar el vagón de equipajes, saliendo inmediatamente para la hacienda Queipa, propiedad de Evaristo Lima,  en las afueras de nuestra ciudad, cercana a la sierra de Carabobo. Mientras tanto varios comisionados de “el Mocho” salían hacia Guárico, Apure, Falcón, Lara, la sierra de Carabobo y Puerto Cabello. Valencia fue elegida por el general Hernández para iniciar su revolución  por la gran cantidad de partidarios que tenía en la zona, muchos de ellos hacendados con gran cantidad de personal y caballería a su disposición,  en el mero centro del país, de donde pensaba podía dirigir operaciones en toda la republica. 
Aunque la casa de "El Mocho" estaba estrechamente vigilada, el general pudo escapara disfrazado.

LA PROCLAMA DE QUEIPA
 Innumerables hombres reconocidos especialmente en  Carabobo y Cojedes estaban entre los primeros conspiradores; se recuerdan nombres como Ortega, Lima, Barreto, López, Tirado, Conde, Loreto y tantos otros hombres de trabajo y de pelea que sería imposible nombrar.  El Mocho se declara en pié de guerra con sólo 45 hombres mal armados. Se envían postas a toda la sierra y los llanos cercanos.  Espontáneamente los caudillos locales se ponen bajo las órdenes del general Hernández, unos con 50 hombres, otros con 80, cien, doscientos.  Viejos fusiles, machetes y hasta lanzas componen el heterogéneo y escaso armamento del entusiasta ejército revolucionario.  El 2 de marzo se publica la “PROCLAMA DE QUEIPA”, que Salvador Lima hace imprimir en Valencia y se envía a toda la república. Entre otras cosas dice: “El país que ha dado tantos hijos ilustres a la tierra americana no puede consentir en caer bajo la férula del extranjero, afiliado al partido de los despotismos tradicionales de Venezuela.  Sería una ignominia” (recuérdese que Ignacio Andrade, el presidente fraudulento era acusado de colombiano).  Y más adelante:  “El gobierno de Crespo…ha comprometido las rentas futuras del país, esquilmando el tesoro con escandalosas exacciones; ha recrudecido la miseria de las clases laboriosas; creado la holgazanería por la avaricia de instintos mercantiles y prácticas torcidas, que desenvuelve y realiza por medio del contrabando” …“Juventud¡ La pasividad y la indolencia son los grandes cómplices de los graves males que afligen a la Patria.  “
LA GUERRA Y LA MUERTE DE CRESPO
Sitio de "La Mata Carmelera" donde un balazo acabó la vida del general Joaquín Crespo.
La guerra fue corta pero intensa. Se combatió casi todos los días, especialmente en los estados centrales del país, pero el ejército nacional era muy superior y muy bien equipado y fue venciendo poco a poco a los valerosos insurgentes.  Los dos generales estaban al frente de sus ejércitos, el Mocho frente a los alzados y el general Joaquín Crespo, ahora expresidente, pero jefe de el ejército y quien mandaba el país en realidad. El 15 de Abril de 1898 en un hato del estado Cojedes conocido como El Carmelero, se registró un primer combate en el que resultaron vencedores los nacionalistas comandados por Hernández y derrotados los liberales comandados por un coronel de apellido Maduro.  Al día siguiente, esto es el 16 de abril, desde tempranas horas de la mañana se escuchaban disparos de las tropas de los dos ejércitos. El general Crespo desde su mula, llamada “Gragea”  observaba el campo y las posiciones enemigas y organizaba sus tropas para el ataque.  En lo alto de los árboles de las “matas” o bosquecillos del terreno el general nacionalista Luis Loreto  han ubicado “cazadores”, que sería lo que hoy llamamos francotiradores, esperando el ataque de las tropas del gobierno.   El  general en jefe Joaquín Crespo luce un gran sombrero blanco, de Panamá, y una especie de ruana o manta blanca también. Es un hombre alto y fornido.  Muy valiente que no se amilana con el fuego de fusilería que se escucha a lo lejos. Ordena que le ensillen su brioso corcel llamado “Gato Andaluz”.  La blanca manta ondea como una bandera.   A lo lejos, uno de los “cazadores” nacionalistas, montado en lo alto de un samán divisa al hombre de la manta blanca en su brioso corcel.  No sabe quién será su blanco, pero debe ser un jefe por lo impresionante de su caballo y lo vistoso de sus ropas, se dice a sí mismo.  Apunta el Winchester, contiene la respiración y aprieta el gatillo en el preciso instante en que el hombre de la manta blanca se monta en su caballo. El enorme proyectil de calibre 44 impacta de lleno en  el pecho del general en jefe Joaquín Crespo, ultimo gran jefe liberal amarillo, lo bandea y sale por la espalda, a la altura del omoplato.  Crespo muere instantáneamente. 
El General Joaquín Crespo.  Su voluminosa figura hacía blanco fácil para cualquier tirador.

EL MOCHO DESPUES DE QUEIPA
Luego de algunos combates, la revolución es definitivamente derrotada, finalmente el general José Manuel Hernández cae preso y es encarcelado  en La Rotunda.  Pero muerto Crespo, el gobierno títere de Andrade queda sin titiritero.  Los generales no respetan al presidente y no hay una autoridad real a la que todos obedezcan. En 1899 parte desde Los Andes un movimiento que pretende “restaurar” el orden legal violentado por Crespo y Andrade, de allí que se le denomina “revolución restauradora”, liderado por Cipriano Castro, que prácticamente en 5 meses derrota el anárquico ejército de Andrade, toma el poder y otorga la libertad a “El Mocho”, A quien le encarga el Ministerio de Fomento, pero al poco tiempo, Hernández le presenta la renuncia y al percibir el carácter autoritario del nuevo gobierno,  se alza nuevamente en armas junto con  sus nacionalistas, siendo nuevamente vencido y capturado en 1900 junto a nuestro tiobisabuelo Eudoro López, en las inmediaciones de Churuguara.  En 1903 es liberado por Castro con ocasión del bloqueo anglo-alemán y en una muestra de patriotismo se aparta de las conspiraciones y brevemente  se incorpora a una eventual defensa del territorio nacional.  Mas tarde es enviado por Castro a Washington como ministro plenipotenciario, pero vuelve a renunciar por no estar de acuerdo con las políticas de Castro.  A la caída de Castro regresa al país y el aparentemente bonachón Gómez de los primeros tiempos lo designa miembro del Consejo de Gobierno, pero nuevamente fiel a sus principios Hernández renuncia y se enfrenta al nuevo tirano , por lo que tiene que ir al exilio donde tiene una vida de humildad, trabajando de carpíntero y repartidor de pan hasta que  lo encuentra la muerte.  El general Hernández, en todo momento permaneció fiel a sus principios cívicos y a su ética.  Pudo permanecer cómodo, bien en el país o en el extranjero en los múltiples cargos que le eran ofrecidos por los mandantes de turno, pero siempre prefirió la digna pobreza consecuente con su visión política, antes que vender sus principios a los tiranos.  Distintas oportunidades tuvo “El Mocho” para dejar de un lado la aventura peligrosa de sus sueños y sentarse a disfrutar del sustancioso banquete de la política, pudo vivir cómodamente por un tiempo en el círculo cortesano de Castro o Gómez.  Pero más pudo su ética y prefirió el propio sacrificio, la lucha franca contra los dictadores y el ostracismo en el extranjero. Muchos dicen que “El Mocho” fue un verdadero “Don Quijote” venezolano de los tiempos modernos.  En estos tiempos debe ser una referencia ética para todos los venezolanos.

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