LOS "OTROS" CURAS MARTIRES.
De todos los venezolanos es conocida la historia de monseñor Salvador Montes
de Oca, fusilado por los nazis en Italia durante la segunda guerra mundial, por lo
que se le conoce como el "Obispo Mártir".
Mons. Montes de Oca: Ni el único, ni el primero. |
Pero Montes de Oca no fue ni el primero ni el único de los sacerdotes
venezolanos que dieron su vida y su libertad por las causas justas. Desde los
tiempos del 19 de abril cuando Emparan tuvo su contraparte, el padre Madariaga; los
curas han tenido activa participación en la defensa de los más altos ideales de
nuestro pueblo. Páez, por ejemplo, menciona una enorme cantidad de sacerdotes
que le acompañaban y combatían a los realistas en sus filas. Ribas se enfrentó a
Bóves en La Victoria con los seminaristas, es decir, los "pichones" de cura que
dieron su vida por la república. A Guzmán Blanco, el ladrón mas grande que
tuvimos en el siglo XIX se le enfrentó duramente la iglesia venezolana.
LOS MÁRTIRES DE LA ROTUNDA
Nuestro insigne escritor valenciano José Rafael Pocaterra, nos ha dejado en sus
“Memorias…” la historia de cuatro de sus compañeros de prisión y martirio en las
mazmorras de la Rotunda de Caracas. Son con cuatro sacerdotes que mucho
antes de el sacrificio de el “obispo mártir” Montes de Oca, dieron su vida
defendiendo a los venezolanos oprimidos y perseguidos y a quienes la historia no
les ha hecho justicia. Todos ellos fueron martirizados y asesinados por la
dictadura de Juan Vicente Gómez: Evaristo Ramírez, Tomás Monteverde, Régulo
L. Franquiz y Antonio L. Mendoza deben ser recordados por nuestra historia
contemporánea como los clérigos que sucumbieron en la Rotunda en defensa de
la justicia y de los oprimidos por la dictadura mas sangrienta de la historia de
Venezuela.
El padre Régulo L. Franquiz, canónigo doctoral del cabildo metropolitano, fue
detenido en La Guaira, donde fue torturado salvajemente y lo trajeron amarrado y
a pié, descalzo desde el litoral hasta La Rotunda, en Caracas, donde fue
envenenado con arsénico, muriendo el 16 de Diciembre de 1917, luego de dos
días de agonia, tres meses después de su detención.
El sacerdote Evaristo Ramírez, de la Catedral de Caracas, murió envenenado con
arsénico el 23 de Enero de 1918 en la Rotunda de Caracas luego de una terrible
agonía; lo tenían que sacar en una silla a tomar el sol ya que no se podía mover
por sus múltiples lesiones. Después de su asesinato fue enterrado secretamente
y sólo días después de la inhumación se le señaló a sus familiares el lugar donde
estaba enterrado.
Tomás Monteverde, Capellán de La Trinidad, ya anciano se le remacharon unos
grillos de 70 libras. Estuvo preso por siete años.
El padre Tomás Monteverde. preso durante siete años, ya anciano le remacharon unos grillos de 70 libras. |
Prbro. Dr. Antonio L. Mendoza, párroco de El Valle, En un sermón protestó contra
la inmoralidad imperante en el país y contra el concubinato, por lo cual Gómez se
sintió aludido y ordenó su encarcelamiento. Etuvo preso siete años con grillos
remachados a sus tobillos.
OTROS SACERDOTES COMPROMETIDOS
Son dignos de recordar otros sacerdotes de tiempos más modernos que no
duraron en poner en peligro su vida y su libertad por sus ideales: Nos referimos a
Mons. Bernardo Heredia, por muchos años párroco de Guacara, vehemente
adversario de el gobierno de facto de Rómulo Betancourt que había derrocado
mediante un cruento golpe de estado al gobierno constitucional de Isaías Medina
Angarita. Heredia fue preso político y sufrió toda clase de vejámenes y torturas
durante un año en tiempos de la Junta Revolulcionaria de Gobierno en 1.946-47.
También recordamos a Mons. Luis María Padilla, quien en los años sesenta era
capellán de la Base Naval de Puerto Cabello y párroco de Borburata, cuando un
grupo de militares comunistas se alzaron en armas contra el gobierno
constitucional, en el cruento episodio conocido como "El Porteñazo" con gran
valor, en medio de los combates, se apresuró a dar auxilio espiritual y moral a los
soldados heridos. Es famosa la foto que lo capta en el momento de abrazar al
Cabo Primero Andrés de Jesús Garcés gravemente herido en el combate. La
imagen capturó la dureza de ese momento trágico para la historia nacional, lo cual
le hizo merecedor del Premio Pulitzer en fotografía en 1963 y el World Press
Photo del año 1962, ambos importantes y codiciados reconocimientos que se
otorgan internacionalmente.
Monseñor Padilla, en el fragor del combate, socorre a un soldado agonizante. |