El puerto de Ciudad Bolívar en los años de los acontecimientos. |
LOS HERMANOS LÓPEZ
Los hijos de
Eudoro López nacieron y crecieron en un ambiente donde se mezclaban el
intelecto y la acción, los libros y las armas.
El doctor Eudoro López era uno de esos hombres, pocos comunes hoy en
día, que reunía las virtudes del pensamiento y el estudio junto con el valor de
utilizar la fuerza cuando la justicia lo ameritaba. Oriundo de Montalbán, en los fértiles valles
altos de Carabobo, fue uno de los primeros médicos egresados de la Universidad de
Valencia, ejerciendo la medicina alternativamente en hospitales de Valencia y
Puerto Cabello, donde combinaba su profesión con sus inquietudes políticas,
enfrentando a las dictaduras de Castro y Gómez.
Se cuenta que Eudoro era tan diestro con el bisturí como lo era con el
sable; un día estaba curando a los heridos y al siguiente batiéndose a tiro
limpio contra las tropas del gobierno.
Los cuatro hijos varones, habidos con su esposa Rafaela Ortega
Barreto, (una recia muchacha de
Cojedes, descendiente del Gral. Rafael
Ortega, uno de los oficiales patriotas
más destacados del centauro del llano, José Antonio Páez) fueron Rafael
Ernesto, Eudoro Santiago, Victor Manuel y Leopoldo Enrique, quienes desde la
primera década del siglo XX recibieron una esmerada educación, y se les inculcó
el amor al estudio, a la patria, a la lectura y a las causas de la
justicia. Los muchachos fueron creciendo
en un ambiente de libros, ciencia, arte y conocimientos, por una parte, y por
la otra de sables y fusiles, escuchando sobre literatura y sabiendo de
conspiraciones, entre los orgullos escolares de sus notas sobresalientes y las
angustias de su padre perseguido frecuente de los esbirros de Juan Vicente
Gómez.
El Dr. Eudoro López |
Así llega el año
de 1923. El Dr. Eudoro López gozaba de
libertad, lograda luego de una de esas amnistías que algún presidente títere de
Gómez acordaba algunas veces luego de estar encarcelado en el Castillo de
Puerto Cabello, mientras era vigilado por los espías del régimen. Cuando sorpresivamente en Caracas, en junio,
dentro del propio Palacio de Miraflores es asesinado el vicepresidente y
gobernador del D.F., “Juanchito” Gómez, el hermano del dictador. Aunque el crimen cometido en el propio
Palacio presidencial es parte de una turbulenta y sórdida trama familiar, la
policía gomecista inicia una inmensa cacería de todo aquel que hubiera sido
adversario del gobierno, ya que las primeras versiones indicaban que el crimen
era cometido por algún enemigo del gomecismo.
El nuevo gobernador del D.F. Julio Hidalgo es el esbirro principal, el encargado
de dirigir la brutal represión. Van a
parar a las cárceles centenares de venezolanos que nada tenían que ver con el
crimen, simplemente porque en algún momento habían sido opositores al gobierno.
Afortunadamente el doctor López, quien es uno de los “sospechosos
habituales” para el régimen, es advertido de la persecución y antes de que
la policía llegue a buscarlo se escapa y se esconde en lugar seguro.
LOS MENORES
PERSEGUIDOS
Ahora bien, fue
práctica común de la dictadura de Gómez la prisión, o mejor dicho el secuestro,
de niños y adolescentes vinculados a los familiares de los adversarios
políticos, para tenerlos como rehenes. Así, por ejemplo, en Valencia fue
detenido y enviado al Castillo de Puerto Cabello el adolescente de 16 años
Francisco Nouel, cuyo único delito fue
ser hijo de un dentista del mismo apellido, quien estaba implicado en el plan
de las bombas para asesinar al tirano.
El Dr. Nouel pudo escapar, pero su menor hijo pagó las consecuencias y
fue enviado por años al Castillo de Puerto Cabello. También un muchachito de 14 años llamado José
García, mandadero de una farmacia de
Caracas, fue torturado y encarcelado en la Rotunda en 1.914 por unas sospechas a raíz de un
atentado contra la casa de Antonio Pimentel, un compadre y socio de Gómez. En 1928 por unos versos que el gobierno
consideró insultantes o subversivos, fueron llevados primero a la Rotunda y luego con
grillos a trabajos forzados en las carreteras de Araya, Herman Stelling Smith y
su hijo, un muchacho del mismo nombre,
ambos descendientes de antiguos patriotas miembros de la Legión Británica.
Como la policía no sabía cual de los dos era el autor de los versos se los
llevaron presos a ambos. El nuevo
gobernador Hidalgo se es implacable y se ensaña especialmente con Eudoro López
y su familia, enfurecido ante la desaparición en sus narices del médico
carabobeño. Ordena buscarlos por todas
partes: en casa de sus parientes, de sus amigos y hasta en el hogar de los
pacientes del galeno.
Comunicación que dirige el gobernador del D.F. Julio HIdalgo al Gral Uribe, en Pto. La Cruz para que trate de capturar al Dr. López o a sus hijos. |
El doctor Eudoro
López hizo avisar a sus muchachos que tenían que ir a la clandestinidad. El segundo de los hijos, Eudoro Santiago,
estudiaba ingeniería en Caracas. Era el
propio científico, lo suyo eran los números, las matemáticas y los cálculos,
para nada le interesaba la política.
Cuando su madre le advirtió la situación, le dijo: “Eso no es conmigo,
yo no me meto en conspiraciones, lo que quiero es estudiar.” No pasó mucho tiempo cuando una comisión de
la policía tumbó la puerta de la casa y se lo llevaron amarrado y a emujones. Directo al Castillo de Puerto Cabello, con
unos grillos de 30 kgs. remachados en sus tobillos. Dos años duraría el suplicio del joven
estudiante inocente de cualquier conspiración.
El hijo mayor, Rafael Ernesto, ya se había graduado de médico, con
honores, en la
Universidad Central y para el momento ejercía en el oriente
del país, donde se iniciaban las exploraciones buscando hidrocarburos. Rafael Ernesto tenía muchos conocidos entre los norteamericanos de
las empresas petroleras y con la colaboración de los gringos y ayudado por sus
ojos azules y piel muy blanca, con unos documentos falsos, se disfrazó de
marinero norteamericano y pudo alcanzar un buque y huir del país.
HUYENDO POR
VENEZUELA
Pero quedaron los
hermanos menores, apenas dos estudiantes adolescentes, de 16 y 17 años, Victor
Manuel, valenciano y Leopoldo Enrique, porteño. Cuando llega la policía los
jovenzuelos, apelan a sus habilidades gimnásticas, corren y saltan paredes,
brincan por los tejados y burlan la persecución. Por varias semanas se esconden
en casas de amigos de la familia que aún con temor, les dan cobijo. Luego de
permanecer escondidos en la capital por varios meses, el 28 de enero parten de
Caracas con el mayor sigilo, burlando policías y alcabalas. Los dos hermanos se “enconchan” por varios
días en su Valencia natal, hasta que organizan un plan para salir del país a
lugar seguro. Se debe recordar que en
aquellos tiempos no existían muchas carreteras, sólo caminos, “los caminos del
ganado” y algunas trochas que comunicaban a los pueblos y las pocas ciudades. A las salidas de cada ciudad y pueblo había
unas “alcabalas” en las que la policía detenía a todo el mundo y se verificaba
su identidad y se le anotaba en un libro la salida y la entrada al pueblo.
Igualmente en los puertos había un riguroso control. Por lo tanto era imposible salir por las rutas
normales. Es así como de noche, salen a lomo
de caballo por las montañas del occidente de Carabobo vía Cojedes, se internan
por haciendas y descampados, desde donde llegan hasta los famosos “hatos
barreteros” de los Barreto y los Lima,
parientes por parte de su madre doña Rafaela.
Así siguen en su ruta por los llanos de Cojedes, atravesando peligrosos
y solitarios parajes con la ayuda de algún que otro baqueano de los hatos
ganaderos, atraviesan El Laurel, El Charcote, El Totumo, la Trinidad y tantas
llanuras… Luego de cabalgata casi ininterrumpida de tres días llegan a Calabozo
el primero de Febrero y a San Fernando de Apure el dos de febrero. Aunque a los venezolanos de hoy les cueste
entenderlo, San Fernando era una de las puertas de salida del país, puesto que
en aquellos tiempos las mejores, mas seguras y mas rápidas vías de comunicación
eran nuestros grandes ríos navegables. En San Fernando tienen dos alternativas:
o tomar un vapor para llegar a Guasdualito, un pueblo en la frontera con
Colombia y pasar al otro lado, o llegar en barco hasta la isla de Trinidad y de
allí buscar la libertad. La navegación
de nuestros ríos estaba monopolizada por una de las tantas propiedades de
Gómez: la Compañía Anónima
Venezolana de Navegación, que tenía una ruta que llegaba cada diez días hasta
la vecina isla de Trinidad, para entonces una posesión británica.
El puerto de San Fernando de Apure en los años veinte, época del escape de los hermanos López. |
ARTISTAS
A BORDO
En
San Fernando de Apure los muchachos asumen identidades falsas, se dicen llamar
Luis Innes y Manuel Innes, y se embarcan
en el vapor “Arauca”, que viene
llegando desde Guasdualito, buque de la Compañía
Anónima Venezolana de Navegación, Línea del Orinoco, donde se identifican como
artistas ambulantes, una especie de acróbatas de circo, ya que eran gimnastas
consagrados: Victor (Manuel Innes) el "rey del aire" y Leopoldo (Luis
Innes) el "rey de los aros".
Uno de los representantes de la empresa naviera, Francisco Boscio, que había hecho amistad con los muchachos los
invita a hacer sus demostraciones artísticas en la nave, lo que hace mas
divertido el monótono viaje para todos los pasajeros. El comedor del buque se transformó en
escenario y Victor luego de hacer una serie de explicaciones científicas sobre
como la velocidad aligera el peso de un cuerpo en movimiento realizó sus números
gimnásticos llamados por él mismo “la suerte del pescado”, en la cual colocaba
una serie de sillas alineadas y de un impulso con los brazos rectos y hacia
adelante volaba por sobre las sillas: primero con dos, luego tres, cuatro y
hasta cinco sillas, sobre las cuales, como un enorme pez volador, hacía su
suerte. El público le correspondía con fuertes aplausos. Así pudieron los
muchachos pasar como unos “artistas ambulantes” burlando a las autoridades que
buscaban a los hijos del doctor López.
Diez días después el “Arauca” llegó a ciudad Bolívar, luego de escalas
en Arichuna, Macanillal, Cabruta, Caicara, Parmana, Las Bonitas, Las Majadas,
El Piñal, Mapire, Boca de Cruz, Boca del Pao, puertos fluviales intermedios,
donde quedó en la mente de aquellas gentes humildes y sencillas el recuerdo de
las demostraciones gimnásticas de estos atléticos muchachos.
En Ciudad Bolívar los hermanos estuvieron esperando por varios días que
su familia les enviara desde Valencia algún dinero para poder pagar sus pasajes
hasta la isla de Trinidad, y gracias al señor Francisco Boscio, y el
Comisionado de Para la
Frontera , general Pirela Pérez (otro amigo del viaje) fueron
recibidos por la familia de Nina de Casado, quienes los cobijaron y hasta les
regalaron algo de ropa para mejorar sus exiguas pertenencias traídas el viaje. Así estaban esperando el vapor que hacía la
ruta Ciudad Bolívar/Trinidad cada diez días.
Pero sucedió que un funcionario
del gobierno que había llegado a la ciudad en el vapor “Venezuela” sospechó de
los muchachos y los denunció ante el prefecto de Angostura, quien
inmediatamente los encerró en una jaula de hierro. El señor Boscio y el general
Pirela Pérez, quienes ya habían hecho amistad durante su travesía en el
“Arauca”, intercedieron ante el Jefe
Civil que los había detenido, mostrando al Prefecto los pasaportes falsos que
tenían los muchachos con otras identidades
y se constituyeron en garantes de la buena conducta de los detenidos y
lograron la liberación de los chicos.
Al
día siguiente, con la poca plata que les pudieron enviar desde Valencia,
compraron unos pasajes de segunda clase en el vapor “Venezuela” donde los embarcaron
sus amigos, junto a sus escasas pertenencias, escondiéndolos en la sala de
máquinas, con orden de no salir hasta que
el buque hubiera partido. Luego de varios días de
navegación llegan a Trinidad el veinticinco de febrero, y a Nueva York, destino
final de este largo viaje, el día siete de marzo del año 1924, donde fueron
recibidos en el puerto de esa localidad por su hermano Rafael Ernesto López,
quien los había precedido y ejercía como médico en esa ciudad. Al fin pudieron
reencontrarse con su familia.
El vapor "Arauca" la primera nave abordada por los hermanos haciéndose pasar por artistas ambulantes. |
Pasaporte falso de Victor Manuel López, con el nombre de "Manuel Innes" con el que pudo escapar en el vapor "Venezuela" |
Vapor "Venezuela" que hacía la ruta Ciudad Bolívar/Trinidad cada diez días. |
La situación en el gran país del Norte no
fue fácil para la familia. Muchas carencias y privaciones para los recién
llegados exiliados Ya se encontraban
allí doña Rafaela, las hermanas hembras y Rafael Ernesto. Eudoro seguiría en prisión por dos años
más. El Dr. López no podía ejercer en un
país extranjero, por lo que estaba sin trabajo y al poco tiempo regresaría a tratar de participar en una invasión a Venezuela desde Colombia.
Los muchachos recién llegados no tardaron en buscar empleo mientras su
madre alquilaba alguna habitación de la modesta casa para conseguir algunos
recursos. A veces el almuerzo no era más que un caldo de huesos donde nadaba
alguna verdura. Víctor se emplea como
simple obrero en una mina de cobre en el turno nocturno, con duras jornadas de
pico y pala logra pagarse sus estudios diurnos, mientras que Leopoldo Enrique
consigue trabajo como profesor de castellano, para poder ambos terminar el
bachillerato. Luego los hermanos se inscriben en la Universidad de
Columbia, donde Victor obtiene el título de ingeniero de minas, mientras que
Leopoldo sigue los pasos de su padre y de su hermano Rafael Ernesto, para
graduarse como médico. Incansables los hermanos continúan sus estudios de post
grado obteniendo Victor el Magíster en Ingeniería de Minas y Leopoldo Enrique
también hace su especialización en urología. Transcurren doce largos años de exilio en los
que los hermanos cosechan éxito tras éxito. Finalmente al morir el dictador en 1935, la
familia puede regresar a su Patria.
El
nuevo presidente, el general López Contreras, con un empeño en sacar al país
del atraso y miseria en que se encontraba recurre a todos los venezolanos de
valor que se encontraban en el exilio para que colaboren con su gobierno. Así Rafael Ernesto es uno de sus primeros
ministros de instrucción pública (hoy educación), donde desempeña una
extraordinaria labor, poniendo en práctica los modernos conocimientos
adquiridos en el extranjero, crea la
escuela de enfermería, la primera escuela agrícola modelo, “El Mácaro” en el Edo.
Aragua y representa a Venezuela en la primera Asamblea de la recién creada ONU,
así como imparte clases de medicina. Victor Manuel es llamado para poner sus
conocimientos de minería y crea y organiza la Dirección de Minas del
Ministerio de Fomento, realiza exploraciones mineras a todo lo largo y ancho
del país, edita la Revista
del Ministerio de Fomento, un compendio de las riquezas naturales del país,
crea la Escuela
de Minas, realiza un sinnúmero de actividades en la Universidad Central
de Venezuela, acompaña al explorador norteamericano Jimmy Angel en varias de
sus aventuras, etc. Y Leopoldo Enrique junto con su hermano Rafael Ernesto
constituyen (asociados con otros profesionales) el primer moderno hospital
privado de Venezuela, el Centro Médico de Caracas, inspirados en la famosa
“Clinica Mayo”a imagen de los más modernos hospitales que conocieron en EE.UU., dicta cátedras en diferentes materias
en la escuela de Medicina de la
UCV , donde creó la
Cátedra de Ginecología y atiende numerosos pacientes en el Hospital
Vargas y otros hospitales públicos de la capital. Esa fue la historia de unos muchachos
perseguidos “vivos o muertos” por la dictadura por el simple hecho de ser hijos
de un médico rebelde.
Victor Manuel, recién graduado en N.Y. |
FUENTES
GALLEGOS, GERARDO.
“ Juancho Gómez. Un Drama de la Realidad Latinoamericana ”
Coop. de Artes Gráficas. Caracas. 1937
LAVIN, JOHN.
“Una Aureola Para Gómez” Distribuidora Continental. Caracas.
LOPEZ, VICTOR JOSÉ. “Infatigables” (en imprenta)
versión PDF
SULBARAN, PABLO.
“El Misterio de Miraflores”.
Publicaciones Seleven.
Caracas.
Agradecimientos:
A Beatríz López por el manuscrito
ESCAPADA DE LOS HERMANOS LOPEZ POR SAN FERNANDO DE APURE VIA GUAYANA A LA ISLA DE TRINIDAD
(Recuerdos de Francisco Boscio)
A Victor José López por su versión
todavía inédita de “Infatigables. La Historia de Mis Abuelos”.
A Ramón Rivero Muñoz por las
imágenes de los vapores “Arauca” y “Venezuela”
A Victor José López, Lorraine Nout López y Beatríz López por las fotografías de los
hermanos López Ortega.