por Luis Heraclio Medina C.
La mayoría de los médicos cuentan
con el reconocimiento social de sus pacientes, quienes agradecidos con los
galenos los ensalzan en conversaciones sociales y familiares y los recomiendan
a los demás, agradecidos con quienes les han curado de sus dolencias, pero
ocurre que hay un especialista de quien poco se habla, que no es promocionado por sus pacientes,
quienes mayormente prefieren mantener en privado la historia de sus tratamientos
y curaciones, son los venereólogos. Este es el caso de Medardo Medina López,
pionero del uso de los antibióticos en Venezuela.
Hoy en día medicarnos con un
antibiótico es cosa común y corriente, pero la humanidad cuenta con esta
formidable arma en contra de las enfermedades desde un tiempo reciente, apenas
desde la segunda mitad del siglo pasado los médicos tienen para curarnos a la
penicilina y otros antibióticos.
Medardo Medina, en su modesta clínica, recién graduado, hace ya algo más de cien años. |
Y fue un carabobeño, el médico y
científico Medardo Medina López quien introdujo en nuestro país el uso de lo
que era una “maravilla de la ciencia moderna”: la penicilina, para combatir
unas de las más terribles enfermedades que azotaban al pueblo venezolano: las
enfermedades venéreas, conocidas hoy con el moderno nombre de ETS (enfermedades
de transmisión sexual).
SU CARRERA MÉDICA
Medardo Ángel Medina López, nació
en Valencia el 3 de marzo de 1888, siendo el primer hijo del también médico y
general Medardo Medina Betancourt y doña Ismenia López Correa de Medina. Sus
primeros estudios los realizó en el Colegio Requena de Valencia. Aun antes de graduarse de bachiller, en 1905,
con apenas 17 años, ingresa a trabajar como
ayudante del médico del Hospital de Caridad de Valencia donde empieza a
transitar los caminos de la medicina inspirado por su padre. En 1906 en el
colegio fue redactor de “EL AEROPAGO” el impreso oficial del Colegio Requena.
Una vez graduado, en 1906 se trasladó a la Universidad de Caracas donde cursó los estudios de medicina, en 1908 fue externo de hospitales, y en 1910 interno titular, por concurso de oposición presidido por el famoso Dr. Acosta Ortiz. En 1.912 terminó sus estudios ingresando en la clínica de los doctores Revenga y Bueno donde se especializó por dos años sobre la sífilis. Más tarde se le designó fundó la Clínica Santa Elena de la cual fue director y fue aceptado como miembro de la Sociedad Médica de Caracas. En 1920 viajó a Estados Unidos para especializarse en el estudio de la sífilis. Fue el primer médico en utilizar en Venezuela el bismuto en el tratamiento contra la sífilis. También fue el primero en utilizar el radium en contra de los lunares malignos. Su imagen era famosa en las viejas calles de Caracas elegantemente trajeado en su “quitrín” tirado por sus dos hermosos corceles en sus paseos por Los Caobos o en visitas a sus pacientes.
Una vez graduado, en 1906 se trasladó a la Universidad de Caracas donde cursó los estudios de medicina, en 1908 fue externo de hospitales, y en 1910 interno titular, por concurso de oposición presidido por el famoso Dr. Acosta Ortiz. En 1.912 terminó sus estudios ingresando en la clínica de los doctores Revenga y Bueno donde se especializó por dos años sobre la sífilis. Más tarde se le designó fundó la Clínica Santa Elena de la cual fue director y fue aceptado como miembro de la Sociedad Médica de Caracas. En 1920 viajó a Estados Unidos para especializarse en el estudio de la sífilis. Fue el primer médico en utilizar en Venezuela el bismuto en el tratamiento contra la sífilis. También fue el primero en utilizar el radium en contra de los lunares malignos. Su imagen era famosa en las viejas calles de Caracas elegantemente trajeado en su “quitrín” tirado por sus dos hermosos corceles en sus paseos por Los Caobos o en visitas a sus pacientes.
Medardo Medina, en su famoso "quitrín" llevado por sus dos bellos corceles, foto tomada en "Puente de Hierro" |
SU OBRA DE DIVULGACIÓN CIENTIFICA
En el transcurso de su carrera
fue un permanente investigador e innovador, siempre preocupado por la sífilis y
otras enfermedades de honda repercusión social. Se interesó en la divulgación
científica, dirigida al gremio médico, por lo que escribió varios libros y
folletos destinados a sus colegas, tales como “Qué es la Sífilis?”, “1.020
aplicaciones del 606”, “La Marcha Invasora de la Sífilis”, “Los peligros de la Sífilis” y “Medidas de Higiene Social”.
En 1923 recibe de Alemania un Diploma Honorífico por un estudio sobre el
“Salvarsan”. En 1926 recibe un reconocimiento de una importante editorial
médica española por su obra “EL BISMUTO EN EL TRATAMIENTO DE LA SÍFILIS”.
Pero su vocación divulgadora no paraba allí, sino que consciente de la grave situación de higiene pública que existía en el país emprendió una campaña en la prensa diaria y en revistas para concientizar a la población común y corriente. Así, desde los años treinta escribía en una columna fija en “EL HERALDO” y en “BILIKEN” y ocasionalmente en “EL UNIVERSAL”,”LA GACETILLA BAYER”, “A.N.A.F”, “LA RELIGION”, y en las revistas “EL HOGAR”, “REVISTA CIENTIFICA”, “ACCION SOCIAL” y “VIVA CIEN AÑOS” (argentina). Fueron centenares de artículos en los que de manera clara y sencilla, sin palabras rebuscadas y al alcance de cualquier lector advertía sobre los peligros de las enfermedades venéreas, sobre la prostitución clandestina y el alcoholismo como males que afectaban no sólo al individuo que lo padecía sino a toda la sociedad. Su preocupación por lo social lo llevó a abordar temas como los problemas de la mala alimentación, educación sexual, medicina legal, la seguridad en el trabajo, la ética médica y la eugenesia. Su obra, que valientemente trataba temas “tabú” para la época no estuvo exenta de críticas: en su álbum de recortes, que tengo la suerte de conservar, junto a sus centenares de artículos, hay algunos de sus adversarios, que le objetaban que tratara públicamente “asuntos turbios” que sólo debían manejarse en la privacidad de un consultorio y nunca manejarse en la palestra pública. También hace casi noventa años trataba temas que son los “tabú” de hoy, pero que en la actualidad están más graves que nunca, por ejemplo la inmigración de sujetos que consideraba indeseables, y lo que él llamaba “grupos humanos inferiores”, tales como los criminales, viciosos, pervertidos, y degenerados, que en su criterio debían ser apartados del seno de la sociedad evitando que procreen. Hoy las doctrinas modernas liberales (comeflores) se horrorizarían ante esas opiniones.
Pero su vocación divulgadora no paraba allí, sino que consciente de la grave situación de higiene pública que existía en el país emprendió una campaña en la prensa diaria y en revistas para concientizar a la población común y corriente. Así, desde los años treinta escribía en una columna fija en “EL HERALDO” y en “BILIKEN” y ocasionalmente en “EL UNIVERSAL”,”LA GACETILLA BAYER”, “A.N.A.F”, “LA RELIGION”, y en las revistas “EL HOGAR”, “REVISTA CIENTIFICA”, “ACCION SOCIAL” y “VIVA CIEN AÑOS” (argentina). Fueron centenares de artículos en los que de manera clara y sencilla, sin palabras rebuscadas y al alcance de cualquier lector advertía sobre los peligros de las enfermedades venéreas, sobre la prostitución clandestina y el alcoholismo como males que afectaban no sólo al individuo que lo padecía sino a toda la sociedad. Su preocupación por lo social lo llevó a abordar temas como los problemas de la mala alimentación, educación sexual, medicina legal, la seguridad en el trabajo, la ética médica y la eugenesia. Su obra, que valientemente trataba temas “tabú” para la época no estuvo exenta de críticas: en su álbum de recortes, que tengo la suerte de conservar, junto a sus centenares de artículos, hay algunos de sus adversarios, que le objetaban que tratara públicamente “asuntos turbios” que sólo debían manejarse en la privacidad de un consultorio y nunca manejarse en la palestra pública. También hace casi noventa años trataba temas que son los “tabú” de hoy, pero que en la actualidad están más graves que nunca, por ejemplo la inmigración de sujetos que consideraba indeseables, y lo que él llamaba “grupos humanos inferiores”, tales como los criminales, viciosos, pervertidos, y degenerados, que en su criterio debían ser apartados del seno de la sociedad evitando que procreen. Hoy las doctrinas modernas liberales (comeflores) se horrorizarían ante esas opiniones.
Centenares de artículos de orientción sanitaria y divulgación científica publicó el Dr. Medina en prensa diaria y revistas en los años 30 y 40. |
INICIANDO CON LA PENICILINA
La penicilina es un producto
derivado de un hongo, utilizado terapéuticamente desde la segunda guerra mundial, a partir de los años cuarenta, en los Estados Unidos, pero que en los
primeros años era mantenido casi como un secreto de estado y no era
comercializado corrientemente para evitar que cayera en manos de los enemigos. La
mayor parte de la producción estaba destinada a los servicios de sanidad
militares que atendían a millones de heridos. Antes de su descubrimiento los gérmenes eran
combatidos con derivados de minerales tales como el mercurio, el arsénico o el
bismuto, que eran altamente tóxicos y no daban resultados contundentes. Antes de 1.945 los médicos combatían a las
bacterias con medicinas como el “Salvarsan”, “NeoSalvarsan”, “606”, “Paroxil”, etc.
Reportaje de ULTIMAS NOTICIAS, en el cual el Dr. Medina informa que desde junio del año 1945 estaba aplicando con éxito esa "maravilla de la ciencia moderna" que era la penicilina. |
Al finalizar la segunda guerra
mundial, en 1.945, se levanta el velo que existía sobre la medicina milagrosa y
se permite su libre comercialización en todo el mundo. Ni corto ni perezoso, Medardo Medina,
informado siempre de los más novedosos adelantos científicos, viaja a los EE.UU. donde se actualiza sobre
la nueva medicina y en junio de ese año trae un importante lote de diversos
tipos de penicilina para administrarla directamente en su consultorio, siendo
el primero o de los primeros en utilizar el antibiótico en Venezuela. En enero
de 1946 ULTIMAS NOTICIAS, en se hace eco de la novedad médica y le hace una
entrevista. Allí informa del nuevo tratamiento que se está aplicando desde
mediados del año anterior, declaró que
aplicó quinientos frascos del antibiótico a sus pacientes en menos de sesenta
días, lo que daba una idea de la magnitud de las enfermedades venéreas en
Caracas. Por fin miles de venezolanos
lograban una cura efectiva para la sífilis y la blenorragia. En
otra oportunidad informaba que diariamente eran infectadas por el mal venéreo
unas ciento cincuenta personas. Largas
colas se hacían en su consultorio para la aplicación de lo que se ha llamado
“el mayor descubrimiento médico del siglo
XX”, pero no todos eran por las enfermedades venéreas; Medardo advertía
que por ser en sus propias palabras “la medicina de moda”, gran cantidad de
pacientes acudían a que se les aplicara la penicilina para fines que no eran
los prescritos, según él: “para que les cure la caspa, para tener hijos, para
no tenerlos, para las pecas en la cara, para engordar…”, lo que era
manifiestamente improcedente.
Era muy conocida en la Caracas de los años veinte la estampa del Dr. Medardo Medina en su "quitrin" elegantemente trajeado en sus paseos por El Paraíso o en la visita a su consultorio. |
Medardo Medina continuó
ejerciendo en su clínica antivenérea por muchos años. En aquellos tiempos las medidas de profilaxia
médica apenas se limitaban a la mascarilla de tela, el gorro y unos guantes…en
el transcurso de una intervención quirúrgica literalmente le explotó un tumor
al paciente en la mesa de operaciones contaminando al médico, quien enfermó, lo
que paulatinamente lo fue retirando del ejercicio profesional. El tío Medardo murió en Caracas el 2 de enero
de 1960 a la edad de 72 años, dejando un legado de estudio, divulgación
científica y preocupación por el bien y la salud física y moral de la sociedad
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