En estos días de
octubre se están cumpliendo noventa y nueve años del evento más trágico de toda
la historia de Venezuela: la peste
española de 1.918. Ni la guerra de
independencia, ni todos los terremotos juntos, ni las guerras civiles y
revoluciones mataron a tantos venezolanos en tan corto tiempo. Hace casi cien años la gripe o peste española acabó con la vida de
decenas de miles de venezolanos sin distinción de edades, clases sociales o
profesiones, y prácticamente no es mencionada en los libros escolares de
historia y son relativamente pocos los que hoy conocen de ella.
¿QUÉ FUE LA GRIPE ESPAÑOLA?
La influenza o virus
de la gripe existe desde tiempos inmemoriales.
Se le llamaba en los tiempos antiguos “influenza” porque se consideraba
que era producida por la mala influencia de los planetas y cuerpos astrales
sobre la maldad del mundo. Es un virus
que muta de vez en cuando, variando sus características y es endémica en
algunas partes del mundo. En Venezuela
se registraron anteriormente otras epidemias de gripe pero no causaron tantos
estragos. Ahora bien, para 1.918 el
mundo estaba enfrascado en la peor tragedia creada por el hombre: la gran guerra europea o primera guerra
mundial, como la llamamos hoy, que desde
1.914 llenaba de muerte, miseria y destrucción los campos y ciudades de
Europa. Son los principales factores de propagación de la gripe el
hacinamiento, la falta de condiciones de salubridad y la debilidad de los enfermos. Todos estos factores están asociados con la
miseria y con la guerra.
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PRIMERA GUERRA
MUNDIAL: La falta absoluta de higiene en
los campos de batalla favoreció la diseminación de la peste por toda Europa.
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A todas estas, se produce un primer brote en
Fort Riley, Kansas, en la costa oeste de
los Estados Unidos, en un cuartel donde se concentraban miles de soldados antes
de partir al frente europeo. La tropa,
algunos con los primeros síntomas eran trasladada desde la costa oeste norteamericana hasta los puertos
del Atlántico estadounidense para seguir a Europa. De allí por barco el virus fue llevado por
soldados enfermos a Inglaterra y Francia donde eventualmente también
contagiaron a británicos y franceses y luego a los enemigos alemanes y los
otros aliados. El virus encontró un
excelente caldo de cultivo en los infelices soldados que sufrían las infernales
condiciones de insalubridad de la guerra de trincheras: sin agua ni
alimentación suficientes, sin baños, viviendo en madrigueras junto a cadáveres,
ratas y piojos, que año tras año se
habían incorporado al paisaje. Allí el
virus se hizo más fuerte e infectó a todo a su paso.
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El campo de reclutas
norteamericano de Fort Riley, Kansas fue el lugar donde se cree inició la
peste; de allí a la costa oeste y luego a Europa para diseminarse por todo el
mundo.
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¿Y POR QUÉ LA LLAMAN “ESPAÑOLA”?
Es un lugar común que
“las primeras víctimas de la guerra son la verdad y la información”. En efecto, los países en guerra (Estados
Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, etc.) en esos tiempos de guerra tenían
una fuerte censura de prensa: no permitían que ninguna noticia que pudiera
desmoralizar o desalentar a sus poblaciones o
a sus tropas se diera a luz pública, por eso no permitieron que se
conocieran las noticias de la epidemia en sus países. Quizás esto fue otro de los factores que
ayudó a la generalización de la epidemia.
En algún momento la gripe también llegó a España, que tiene extensas
fronteras con Francia, pero éste país no estaba en guerra y gozaba de cierta
libertad de prensa y expresión, por lo que las noticias e informaciones de la
epidemia rápidamente se hicieron conocer:
“ Hay una peste en España. Hay una pandemia en España. La peste que hay en España….LA PESTE
ESPAÑOLA¡¡¡¡¡ “ Y así, históricamente se conoce una pandemia
que había iniciado en un campo de reclutas del oeste norteamericano.
POR LA GUAIRA LLEGÓ LA PESTE
Como todos sabemos,
España tiene fuertes vínculos comerciales y sociales con Suramérica, y
especialmente con el Caribe, donde estaba sus colonia predilectas, Cuba y
Puerto Rico que recién muy pocos años
antes habían conseguido su independencia tras la guerra
hispano-norteamericana. Pues bien, en
alguno de los tantos vapores mercantes que circulaban entre España y las
antillas venía la peste, que eventualmente llegó al puerto de La Guaira a principios de Octubre de 1.918. El atraso de la Venezuela de esos
tiempos era total, prácticamente todavía vivíamos en el siglo XIX. Eran pocas o ninguna las medidas de
prevención sanitaria que existían en
nuestros puertos, ya que lo único que le interesaba al gobierno era
impedir la llegada de sus enemigos políticos. No se previó la cuarentena de buques con
enfermos ni ninguna otra medida preventiva.
Así se conocen los primeros casos
en La Guaira el
10 de octubre; si consideramos que el
virus lleva unos pocos día para su incubación, debió iniciarse en la primera
semana de ese mes.
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PUERTO DE LA GUAIRA: Por aquí llegó la influenza, a principios de
octubre de 1.918. En esos tiempos en que
Venezuela estaba muy atrasada en todas las materias, particularmente en sanidad
pública. Pese a que se conocía de la
peste en Europa y Norteamérica no se había tomado ninguna medida preventiva.
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DIA A DIA LA EVOLUCIÓN DE LA PESTE
Las autoridades
oficiales en los primeros días de la peste no le dieron mayor importancia; en
el BOLETIN DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE MIRAFLORES (Nro. 107-108) podemos leer un
telegrama enviado a Gómez el 16 de
octubre por Ignacio Andrade, ministro de
relaciones interiores señala que:
“…la
novedad que han comunicado de epidemia es exagerada…sólo hay un catarro que dura
dos días…”
Poco a poco las autoridades militares se dan
cuenta de que en los cuarteles gran cantidad de soldados caen enfermos y dan las primeras alarmas. El 17 de octubre todavía el director de la Sanidad Nacional José A.
Tagliaferro le telegrafía a Gómez:
“la
epidemia de gripe es sumamente contagiosa pero no presenta ninguna
gravedad…muchos enfermos la pasan caminando y no se registra ningún caso
fatal”.
El 18 de octubre se constata la aparición de
la gripe en Caracas. Para el 20 de
octubre la gripe se ha esparcido por toda la Guaira, tanto así que se tienen que despachar por
tren médicos a ese puerto porque todos los galenos guaireños están en
cama. Ante todas estas informaciones
Gómez, en su refugio de Maracay, entra
en pánico y el 21 ordena al presidente provisional Márques Bustillos:
“para
evitar que estos lugares de por acá , se contagien también con la referida
epidemia, dicte las medidas respecto de pasajeros y mercancías que vengan por
tren para estos pueblos del centro, que interesa salvar a toda costa de la
referida infección”
Inmediatamente se
establece un cordón sanitario en Antímano para pasajeros y mercancías que
viajen por tren, automóvil, caballo, carreta,
arrieros, etc, que salgan de Caracas hacia el centro por esa vía. El 25 de octubre Gómez ordena la destitución
del médico de Sanidad del Puerto de La Guaira por no aislar al puerto.
Para el 26 de octubre
la gripe ha llegado al Castillo de Puerto Cabello, donde la cuarta parte del
personal se encuentra enfermo y el jefe de la fortaleza telegrafía al dictador:
“no
sabemos cuántos más caeremos de hoy a mañana, que Dios meta su mano y nos
ampare de esta epidemia que se nos ha presentado”
La gente acudía a los
remedios caseros y tradicionales, bebían limonadas y hacían ungüentos con limón
que se untaban en el cuello y el pecho.
. Se tomaban gárgaras de agua
oxigenada y también la usaban para lavarse las manos. El 25 de octubre empiezan
a aparecer los muertos tirados en las calles de los barrios más pobres de
Caracas. Se prohibieron las reuniones
públicas, procesiones, funciones de cine, ópera y teatro y corridas de toros.
Se colapsaron por falta de personal las funciones de los tranvías, telégrafos y las centrales telefónicas. Los médicos prohibieron besos y abrazos. El
gobierno prohibió a la prensa hablar de la peste, pero la Sociedad Médica de Caracas
convocó por prensa a una asamblea para tratar la epidemia.
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El 25 de octubre
empezaron a aparecer los muertos tirados en las calles de Caracas.
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En Caracas un médico de origen judío, el dr. Aaron
Benchetrit recomendaba un tratamiento con purgante de aceite de ricino y
desaconsejaba los antipiréticos.
Aseguraba estar curando a muchos pacientes con este tratamiento, Desde los EE.UU. algunos venezolanos
comentaban que en el Norte se usaba con éxito un tratamiento similar, pero el gremio médico en general no está de acuerdo y se produce un agrio
enfrentamiento entre Benchetrit y el resto de la comunidad médica que es
partidaria de los tratamientos tradicionales.
En la capital, para
principios de noviembre, ya los decesos diarios se acercan a cien. Se agotan las urnas. El desfile de carros fúnebres de los mas
pudientes y de vulgares carretas llenas de cadáveres hacia el cementerio es
continuo, día y noche. Se dan varios
casos de humildes enfermos inconcientes que aún con vida fueron confundidas con los
cadáveres y se las fue a enterrar, pero por un ataque de tos fueron rescatados
de la fosa común.
El arzobispo de Caracas, Felipe
Rincón González, logra que los presos de la Rotunda que habían permanecido sin ningún tipo de
atención médica reciban la visita del dr. Rafael Requena, quien les lleva
medicinas, cobijas, franelas y alimentos, pero el dr. Requena cae enfermo
también.
Se prohibió cualquier
visita a los hospitales y sólo los parientes más inmediatos podían acompañar
los entierros. Se agotan los ataúdes;
los fallecidos del hospital Vargas son enterrados sin urnas en fosas comunes en
un terreno habilitado para tal fin en las inmediaciones del cementerio de
Caracas; se le conoce desde entonces como el sector de “La Peste”.
HOSPITAL VARGAS: Para evitar el contagio se prohibió la visita
a los enfermos del hospital. Hubo días
en que los muertos llegaron a más de cien y se tenían que enterrar sin ataúdes
en fosas comunes de la zona conocida desde entonces como “la peste”.
Se ordenó la desinfección general de tranvías,
trenes, oficinas públicas y locales privados con la utilización masiva de formol y creolina. Las farmacias también se estaban quedando sin
empleados y un grupo de estudiantes voluntarios comenzó a suplir a los empleados
enfermos en las boticas.
Las condiciones de
escasa higiene de cuarteles, cárceles y
hospitales contribuyen a la virulencia de la peste, los soldados enfermos en
sus catres carecen de vasos de cama y sus excreciones eran depositadas en el
suelo, lo que saturaba el ambiente, enfermando a médicos y enfermeros. Los médicos aprecian que la mayor parte de
las muertes se producen en el período de convalecencia y no en el período
agudo, por lo que recomiendan especial cuidado en la recuperación.
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AgrLA POBREZA EXTREMA: Factor
determinante en la gran cantidad de defunciones fue la pobreza extrema en que
vivía gran cantidad de venezolanos, mal alimentados y vestidos, sin condiciones
de higiene en sus precarias viviendas y muchos de ellos padeciendo crónicamente
de paludismo y tuberculosis.
egar leyenda
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Se constituyó una
Junta de Socorro compuesta por el arzobispo Mons. Felipe Rincón González ,
Vicente Lecuna, Santiago Vegas, Dr. Luis Razetti, Dr. Francisco. Antonio Risquez, Dr. Rafael Requena, entre otros,
encargada de coordinar toda la lucha contra la epidemia. Treinta mil enfermos había en ese momento en
Caracas. Los doctores José Gregorio
Hernández y Luis Razetti declaran
públicamente que lo que está matando a tanta gente no es la gripe
propiamente dicha sino el estado de absoluta pobreza y miseria en que viven la
mayoría de los venezolanos, mal alimentados y con escasa o ninguna condiciones
de higiene, muchos con padecimientos crónicos de paludismo y tuberculosis.
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Los miembros de la Junta de Socorro de Caracas |
MIEMBROS DE LA JUNTA DE SOCORRO de
CARACAS: El Dr. Luis Razetti, Dr. Francisco Risquez, Dr. Rafael Requena,
Monseñor Felipe Rincón y Vicente
Lecuna, miembros de la Junta
de Socorro.
Ante el clamor y la
protesta de los galenos se instalaron cocinas populares que repartían alimentos
cocidos a los pobres. Oscar Yanes
(“Memorias de Armandito” p. 198) cita el
caso de niños de hasta doce años que jamás habían tomado leche y hombres y
mujeres que nunca habían comido carne.
LAS COCINAS POPULARES:
Se instalaron cocinas populares en la
Cruz de La Vega,
en Los Telares, el Guarataro, la esquina de Bárcenas, Puente de Hierro y Camino
Nuevo. Se repartían 3.000 arepas diarias,
según las versuiones oficiales. También
se les regalaba a los pobres un “combo” como se le llama hoy compuesto por un
pedazo de papelón, sal, azúcar, café, medio kilo de funche, un poquito de
arroz, una caja de fósforos y dos velas.
Para el 1ero de
Noviembre la peste llega a Ciudad Bolívar, la trae un barco proveniente de
Trinidad, donde se había desatado días antes.
En vista de la
emergencia nacional, el gobierno eroga una cantidad extraordinaria de
quinientos mil bolívares para cubrir la contingencia. Se le pide al dictador, que ya se perfilaba
como el hombre más rico de Venezuela,
una donación de su inmenso peculio particular en dinero, y Gómez, se
niega y señala por vía telegráfica al presidente provisional Márquez Bustillos:
“creo que por el momento no es oportuno, la
suma que ha dado el gobierno, bien administrada, juzgo suficiente para llenar
el objetivo que se ha propuesto el gobierno”
Para el 3 de Noviembre
la peste ya está presente en el estado Lara. En Maracay cae en cama enfermo el
hijo predilecto del dictador, el coronel Ali Gómez. Para el 4 ya la peste había llegado a
Margarita. En todas partes los trabajos están interrumpidos o suspendidos:
tranvías, telégrafos, comercios y
carreteras se quedan sin operarios por la enfermedad. El comercio sufre severas
pérdidas por el cierre de sus establecimientos y los productores agropecuarios
cercanos a la capital padecen igual por el cordón impuesto sobre Caracas ya que
no pueden comercializar sus mercancías.
Muchos están a punto de la quiebra.
Se producen algunos suicidios en Caracas.
Para el 5 de Noviembre la gripe azota el Zulia; seis mil casos declarados para esa fecha. Santos Matute Gómez, presidente del estado
telegrafía al dictador en estos términos:
“Extendida la gripe de modo alarmadísimo hasta
llegar a seis mil casos y teniendo muy pocos recursos de qué disponer, le
suplicamos prestar su decidido apoyo monetario y su valiosa influencia con el
gobierno nacional a favor parte menesterosa que padezca por falta alimentos y
medicinas.”
Ya para esa fecha la
peste había llegado a los pueblos de Aragua.
El 7 muere Alí Gómez hijo predilecto del dictador y vicepresidente del
estado Aragua. En esos días también
muere un hermano del dictador que nunca se nombraba. .
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ALI GOMEZ, se decía que era el hijo predilecto del
dictador. Tenía grado de coronel del ejército
y ejercía la vicepresidencia del estado Aragua. Gómez no fue a verlo en su gravedad por
miedo al contagio pese a que el moribundo imploraba por su presencia. También
era comandante del Regimiento Sucre Nro.2, presidente del Club Venezuela,
torero aficionado, coleador y piloto de carreras. Gomez pidió que cuando el muriera lo
enterraran al lado de Alí. |
Para el 11 de
Noviembre Maracaibo está siendo azotada por la peste; los muertos diarios pasan
de 50 y no hay recursos ni económicos ni materiales para atender la
emergencia. Todos los jefes y oficiales
así como el médico del Castillo-prisión
de San Carlos en el lago se encuentran enfermos. El obispo del Zulia telegrafía a Gómez
implorando por los recursos.
Para el 23 las
autoridades del Táchira reconocen que está dando un “catarro muy fuerte con
mucha calentura”. Cae enfermo Eleazar
López Contreras, quien salvará su vida.
El 28 de noviembre la
gripe se extiende con fuerza por Falcón,
Yaracuy Guárico y Cojedes. Las juntas de socorro establecidas en todas
las ciudades carecen de recursos y piden donaciones al dictador. Resulta
conmovedor leer los telegramas de tales juntas transcritos en el BOLETIN DEL
ARCHIVO HISTÓRICO DE MIRAFLORES, implorando por limosnas para el pueblo pobre
que de mengua y hambre moría por docenas.
Poco a poco en los
lugares donde se había iniciado el virus, van bajando los índices de morbilidad
y mortalidad. El 29 de Noviembre, casi dos meses después de iniciada la
pandemia, se declara extinguida epidemia en el puerto de La Guaira, primer foco de
infección. A fines de diciembre ya la
situación estaba casi normal en Caracas.
Para fin de año se permitieron las reuniones públicas, el cine, la
zarzuela, y los toros. Los esbirros
volvieron a sacar a los presos-esclavos a construir carreteras y se
normalizaron tranvías y trenes. Progresivamente irá pasando por todos los
pueblos y ciudades del país hasta inicios
de 1.919, aunque en los pueblos alejados de las ciudades el proceso
ocurrió más tarde. Los últimos casos registrados fueron en Mucuchíes en Febrero
de 1919. Ochenta mil venezolanos murieron en el lapso de unos tres meses,
muchos más víctimas de su debilidad, falta de alimentación e higiene y pobreza
en general, que potenció los estragos de la influenza.
CARABOBO ACÉFALO Y
DESAMPARADO.
Particular mención
debemos hacer a la situación del Estado Carabobo. Para 1918 era Presidente del Estado un
oficial andino, lugarteniente incondicional de Gómez, el general Emilio
Fernández, quien con mano de hierro tenía sometidos los destinos de los
carabobeños con una brutal represión y las cárceles llenas. La peste se presenta en Valencia a finales
de octubre. Rápidamente se disemina por
toda la ciudad. Casi todos los presos y
muchos soldados caen enfermos; no se saca a los presos-esclavos a los trabajos forzados. De la misma manera centenares de particulares
caen enfermos.
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EL GENERAL EMILIO FERNÁNDEZ. Presidente del Estado Carabobo para
1.918: Abandonó el estado para ir a
refugiarse en Los Teques, pero Gómez le obligó a regresar |
El primero de
noviembre se efectúa una reunión de urgencia en el Capitolio, con la presencia de las autoridades y los
médicos valencianos y personalidades destacadas, en la que se instala una
“Junta de Vigilancia, Sanidad y Socorro”, para hacer frente a la emergencia, en la cual se elabora un plan de defensa de la
población, y se acuerdan una serie de medidas, entre las cuales están la
clausura de escuelas y templos, el cierre de cualquier establecimiento público
después de las 10 pm, a excepción de las boticas, que deberán despachar a toda hora,
la obligación del aseo de casas y aceras que deberán ser regadas con
antisépticos, se instaba a la población a no salir de sus casas, se ordenaba a
los médicos a participar a la junta todo caso de la enfermedad y se impuso la
fumigación de toda correspondencia que saliera o entrara a la ciudad. También se estableció el despacho de
medicinas a los pobres en las boticas de: E. y Morales, Tuozzo y Manrique, N.
Figueredo, Gustavo Minguet, y Francisco Feo.
También se designaron juntas subalternas por cada parroquia, integradas
por los siguientes señores, entre otros: en Catedral a cargo de el Dr. Emiliano
Azcunes, Pbro. Rafael Torres, Francisco Feo y Francisco Codecido, El Socorro: Pablo
Hernández Madriz, Luis Manuel Berrizbeitia, San José: Dres. Luis Ravelo Pérez, Francisco Codecido
Baquero, Melquíades Granadillo. San
Blas: Dr. Simón Marrero, Ricardo Montenegro, José Velásquez y Vicente Roversi.
Santa Rosa: Dres. Cesar Flamerich, Temístocles López, Francisco Branger. Candelaria: Dres. Pablo Feo, Heraclio Medina,
Francisco José López. Se nombró médicos
a la orden de dichas juntas a Atilano Vizcarrondo, Velazco Paredes, Rafael
Iturriza, Carlos Sanda, Napoleón Araujo, Lisandro Lecuna, Luis Pérez Carreño,
Jesús María Arcay, Pablo Osío, Virgilio Herrera, R. Navarrete Serrano, Diego
Plaza Madriz, José Angel Rivas, Jesús M. Briceño Picón y Gaspar Castrillo.
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El Dr Heraclio Medina López
, designado como médico de la junta de la parroquia Candelaria para enfrentar la emergencia. |
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El Dr. Temístocles López, de la junta de Santa Rosa. |
Ahora bien, el general
Fernández, que tenía fama de hombre valiente a la hora de la batalla, al igual
que su jefe Juan Vicente Gómez, luego de instalada la junta, entró en pánico al
diseminarse la peste en Valencia,
abandonando apresuradamente su cargo, sin siquiera avisar su salida y
refugiándose en una casa de campo en las afueras de Los Teques, estado
Miranda.
Ante tal falta de
autoridad en una ciudad asolada por la epidemia reinó la desesperación ya que
no había quien tomara decisiones y obtuviera recursos. Sería tal la crisis que se presentó, que en
aquellos tiempos de miedo y sumisión, el propio secretario general del gobierno
de Carabobo, Luis Eladio Contreras, en una muestra de angustia y valor, le
escribe un telegrama al gral. Gómez planteándole la desesperante situación de
Carabobo, el cual consideramos oportuno transcribir parcialmente por su
elocuencia:
De Valencia a Maracay el 8 de noviembre de 1918
General J. V. Gómez
…mi deber me obliga a decirle la verdad ya que
es una obligación mía velar por su buen nombre y por el concepto moral del
gobierno que representa y precisamente porque quiero evitarle ingratas
impresiones que puedan presentarse aquí.
…Valencia se considera abandonada moral y
materialmente por su presidente en estos momentos conflictivos para ella, y su
indignación puede estallar en una manifestación del pueblo a quién sabe, pues
carece de recursos para atender necesidades de la actual epidemia y él ha
marchado sin resolver nada en concreto y dejándome sin acción, pues ni siquiera
me avisó que se iba.
Como esta situación, angustiosa para la
sociedad y para mi, que no puede ver con indiferencia sus sufrimientos, tanto
más cuanto que yo debiera tomar una parte muy activa y así lo exigen mi
posición y la misma población me veo el forzoso ocaso de comunicarlo a usted.
El pueblo en masa prorrumpe en una sola
queja…según opinión médica tenemos aquí para hoy 5.000 atacados de gripe.
Al día siguiente,
Gómez, en un perentorio telegrama le
ordena al Presidente del Estado Carabobo, refugiado en Los Teques, que regrese
a su puesto:
…hay como 5.000 casos de gripe en Valencia y la
ciudad se encuentra justamente alarmada…es justo que usted salga inmediatamente
para allá …para dictar todas las medidas necesarias para combatir el mal y
aliviar a la clase proletaria que sufre y está expuesta a perecer. Avíseme salida
J.V. Gómez
Evidentemene que ante
tal exigencia Fernández abandonó su madriguera en Los Teques y tomó de nuevo
sus funciones en Valencia. No sabemos
cuánto duró Luis Eladio Contreras en su puesto, pero no hemos conseguido otros
documentos suscritos por él en los archivos.
Mi abuela, que para
esos tiempos no llegaba todavía a los 20 años me contaba que en muchas cuadras
estaban enfermas todas las personas; y en muchas casas murió toda la
familia. Se dio más de una vez el caso
de que después de varios días de no ver a nadie de la familia tal o cual, los
vecinos abrían la puerta de la casa y entraban a ver y encontraban a todos
muertos.
Para fines de
noviembre el general Fernández informa a Gómez que “la gripe ha disminuido
gradualmente en este estado” y que en
los campos hay “muchos enfermos pero pocos muertos”. Ya la peste estaba terminando
FUENTES:
“Boletín del Archivo
Histórico de Miraflores” Nro. 107-108.
Abril-Diciembre de 1.979.
Imprenta Nacional. Caracas.
Yanes, Oscar.
“Memorias de Armandito” Editorial Planeta.. Caracas 2007
Fernández, Carlos
Emilio. “Hombres y Sucesos de Mi Tierra”
Madrid. 1.969
Colombet, Miguel. “Documentos que hacen historia” Editorial Alfabeto. Valencia, 1.966