" ¿Estaré loco?
¿Todas mis campañas son inútiles? … ¿Y
entonces voy a quedar en ridículo? Es
verdad, padre, los hombres como yo nunca quedamos en ridículo, pues en todo
caso nos queda el camino de la muerte"
Gral. Antonio Paredes
“Diálogo de Ultratumba con dos generales”
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El general Antonio Paredes |
Los dictadores siempre son cobardes. El miedo es un fantasma que los asecha en
todo momento. Saben que sus abusos y
arbitrariedades generan en muchas personas la sed de justicia y que los hombres
de bien quieren hacerles pagar bien caro sus atrocidades. Por eso están viendo conspiraciones, complots
y tiranicidios por todas partes. Por eso
también es que algunas veces ordenan a sus secuaces asesinar a aquellos
oponentes que no pueden reducir con el miedo, con los sobornos o con la amenaza
de la cárcel. Pero también es frecuente
que esos asesinatos políticos terminan por apresurar el fin de los tiranos que
los han ordenado. Así ocurrió con Somoza
cuando ordenó matar a Chamorro en Nicaragua, con Trujillo cuando mandó matar a
las hermanas Mirabal en República Dominicana, o en Panamá con Noriega luego de
que tramara el crimen de Hugo Spadafora.
Son asesinatos políticos del siglo XX ocurridos en nuestro inmediato
Caribe. Para no hablar del presente
siglo, debemos recordar uno de los crímenes políticos más aborrecidos en la Venezuela del siglo XX:
el asesinato ordenado por el dictador Cipriano Castro en contra del valiente
general valenciano Antonio Paredes.
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El Gral Antonio Paredes en su despacho. Al fondo, arriba, un retrato del presidente Andrade. |
¿QUIEN ERA ANTONIO PAREDES?
Oriundo de Valencia y descendiente directo de
conquistadores y generales patriotas, el general Antonio Paredes se formó
orgulloso de su linaje. Los conceptos de
honor, verdad, deber y rectitud adquieren para él un significado absoluto e
intransigente. Confesaba a sus amigos
que soñaba con repetir en los tiempos modernos las hazañas de sus
antepasados. En Valencia, creció entre
cuentos e historias de hazañas de guerreros, recibió una esmerada educación, incluso
estudió en la universidad de la ciudad, aunque no llegara a culminar. En la
década de 1890 se destaca como un hombre valiente, audaz,
incansable, adversario que ni pide ni da tregua, franco, orgulloso y honesto al
incorporarse a la “revolución legalista” de
Joaquín Crespo, quien lo nombró general y Jefe del Castillo Libertador de
Puerto Cabello. Cuando el presidente
Crespo decide, de manera inconsulta con la sociedad carabobeña designar como
presidente del estado (gobernador) su enemigo, el general José Félix Mora, un
hombre casi analfabeta, sin ningún tipo de educación y de bajo extracto
social, Paredes protesta vehementemente
y rompe con Crespo. Se tiene que ir del
país y huye a Europa.
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El Gral. Paredes de uniforme.
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En el viejo
continente no pierde tiempo para estudiar: perfecciona sus idiomas: francés,
inglés y alemán y realiza cursos en la Academia Militar
de Saint-Cyr (Francia). Luego Viaja a Nueva York (1897) donde amplía su
formación militar y académica. A su
regreso a Venezuela, una vez muerto Crespo, es empleado por el presidente
Ignacio Andrade como jefe militar en Carabobo, donde le toca enfrentar a la “revolución
de Queipa” de José Manuel Hernández (el Mocho).
Desde Valencia publica su primer libro, un panfleto en contra de su
adversario militar, el “Mocho Hernández”.
Posteriormente, en septiembre de 1899
es nombrado nuevamente comandante del Castillo Libertador de Puerto
Cabello. Allí le toca ser el último y obstinado bastión de defensa del gobierno
de Andrade en contra de la “Revolución Restauradora” de Cipriano Castro que
arrolladoramente avanzaba desde los Andes.
Resiste tenazmente por varios días como ningún otro general lo hizo en
defensa del gobierno, hasta al quedarse sin municiones, decide rendirse. Cipriano Castro envió a pactar la rendición
con Paredes a un lugarteniente suyo, que se identificó como “el general Rafael
Bolívar”. Pero Antonio Paredes descubre que el tal “general Bolívar” ni es
general ni es Bolívar; es un aventurero colombiano de nombre Benjamín Ruiz,
compinche de vagabunderías de Castro, lo que enfurece a Paredes, quien no
tolera que un extranjero usurpe las jerarquías de un militar venezolano. Pese a la inferioridad militar de la
guarnición del castillo frente a los que lo sitian, apresa al falso general y
está a punto de ordenar su fusilamiento, pero a ultima hora se firma la
rendición con un representante legítimo de Castro.
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De blanco, el Gral Paredes frente a sus tropas. |
Paredes es apresado y
enviado a la cárcel del Castillo de San
Carlos de la Barra,
en la entrada de Lago de Maracaibo. Allí
muchas veces con grillos de 60
libras remachados a sus tobillos pasa tres años y puede
escribir la que es quizás la mejor de sus obras “DIARIO DE MI PRISION EN EL SAN
CARLOS”. Cuando se produce la crisis del
bloqueo de las potencias europeas a las costas venezolanas Castro ordena la
libertad de todos los presos políticos, incluyendo a Paredes. El dictador envía un barco para que todos
sean llevados a Caracas a entablar con el tirano un “diálogo” en vista de la
grave situación del país a causa del bloqueo, pero el general Paredes no cree
en los “diálogos” con sátrapas; El barco
debe hacer escala en Curazao antes de llegar a La Guaira.
Antonio Paredes le dice a un compañero de viaje:
“Ahora que me considero en libertad, yo no iré sino
hasta Curazao. ¡Que sigan hasta Caracas los que quieran deshonrarse poniéndose
al servicio de Castro¡ En cuanto a mí, no tengo mas camino que la guerra contra
ese tirano que ha sido y será el azote de Venezuela mientras no lo echemos de
allí a balazos”
De Curazao pasó a Trinidad, donde divide su tiempo
entre escribir y conspirar obsesionado con el derrocamiento de Castro. Regresa
nuevamente al país, incorporándose a la Revolución Libertadora
en junio de 1903, participa en Güiria, en los últimos combates de ese
movimiento y una vez derrotado regresa a Trinidad donde publicó sus obras: El
Diario de Mi Prisión en el San Carlos y su Bosquejo histórico o Memorias contemporáneas y Cómo llegó Cipriano Castro al poder.
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El Castillo-prisión de San Carlos de la Barra, a la entrada del Lago de Maracaibo, donde el Gral. Paredes estuvo 3 años preso. |
EL REGRESO A LA PATRIA
Y A LA MUERTE
Son pocos (o prácticamente ninguno) los casos
registrados en Venezuela en que haya quedado evidenciado de manera contundente
que el presidente de la república haya ordenado de manera directa el asesinato
de un venezolano. Quizás el del general
Antonio Paredes sea el único.
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Cipriano Castro "El Cabito". quizás el único presidente venezolano que dio de manera indubitable ordenes de asesinar a un venezolano. |
A principios de 1907 el general Paredes es descubierto
por las autoridades de Trinidad mientras reúne un parque de armas y organiza un
movimiento revolucionario para invadir a Venezuela. Le decomisan el armamento y se ve obligado a
abandonar la isla. Con un reducido grupo
de compañeros, apenas una docena de hombres se decide a venir a Venezuela, casi
sin armas, a tratar de organizar un alzamiento desde el oriente del país. Entran por Pedernales, en lo que hoy es el
estado Delta Amacuro, por las bocas del Orinoco, y pasa por varios poblados,
buscando la vía de Ciudad Bolívar, pero los servicios de Castro se ponen en
alerta. El gobernador del estado
Bolívar, Jesus Varela, siguiendo las instrucciones de Castro envía un vapor por
el Orinoco comandado por el coronel Jesus García, que intercepta la pequeña
lancha donde se traslada el grupo, el cual es capturado en las inmediaciones de
Barrancas del Orinoco. Los oficiales de
Castro telegrafían inmediatamente al dictador, quien se encuentra gravemente
enfermo en Macuto. Castro le teme a
Paredes; sabe que es un militar formidable y muy admirado. También lo odia por haberlo desenmascarado en
el caso del falso general colombiano y por muchos panfletos que Paredes publicó
en su contra. La respuesta no se hace
esperar:
"Debe
Ud. dar inmediatamente orden fusilar a Paredes y su oficialidad. Avíseme recibo
y cumplimiento. D y F. Cipriano Castro"
El telegrama queda en los
archivos como la prueba irrefutable de la autoría intelectual del
homicidio.
El gobernador Varela,
envía otro barco al encuentro del García que tiene a los prisioneros con la
orden de reiterar las instrucciones de fusilamiento, pero García es un militar,
no un criminal y se niega a asesinar al general preso. El día 15 de Febrero, en la madrugada, el Gral.
Paredes y sus oficiales son llevados amarrados hasta la popa el buque donde se
encuentran detenidos. Un soldado trató de vendarle los ojos a Paredes, pero el
valiente general se negó a que lo taparan y le gritó:
-Máteme
pero no me veje¡ y mirando fijamente al pelotón de
fusilamiento finalmente gritó:
-¡Madito
seas Cipriano Castro¡
Y sonó la descarga de
fusilería.
Luego de cumplida la orden
de asesinato los cuerpos fueron lanzados al agua del río Orinoco. Al poco tiempo fueron encontrados y
sepultados por unos campesinos.
La noticia del crimen
corrió como pólvora por toda Venezuela. La cobardía y el ensañamiento del
asesinato causaron una indignación general por lo conocido de la gallardía del
gral. Paredes. La reputación del presidente
Castro, que ya estaba bastante menguada por sus desaciertos administrativos,
sus bravuconadas internacionales y sus excesos y perversiones se terminaba de
ir a pique. Algún tiempo después esta
situación, junto con otro telegrama comprometedor fueron aprovechados por Juan
Vicente Gómez para acusar a Castro de querer matarlo a él y darle el golpe de
estado. Una acusación penal por
homicidio contra Castro, incoada por los hermanos del gral. Paredes terminó de
sellar el destino del depuesto dictador.
Jamás regresaría a Venezuela. Al
hombrecillo de barba y levita gris le tocó vagar por el mundo, como un paria,
expulsado de aquí y de allá, vigilado en todas partes y recibiendo el desprecio
general.
El general Antonio Paredes
no ha recibido el tratamiento que merece por la historia como ejemplo de
sacrificio, inteligencia, valor personal, estudio, honestidad con sus
principios y amor por su causa. Debemos
recordarlo y divulgar su ejemplo.
Finalmente dejamos unas palabras suyas, hoy más vigentes que nunca:
"Yo correré a Venezuela armado
con una espada, con un fusil, con una lanza. No tengo con qué comprarlos, pero
me los regalarán, y si no hay quien me regale nada, iré armado con una pica de
madera que fabricaré yo mismo con la madera de los bosques de Dios, y si no hay
buque que me lleve de balde, me iré a nado con la pica en la boca, cruzaré
el mar a nado para estar con mis compatriotas en ese día de la grandeza y de la
dignidad"
Antonio
Paredes
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El Gral Paredes, ejemplo de valentía y dignidad. |
FUENTES:
LOPEZ CONTRERAS, ELEAZAR. “El Presidente Cipriano
Castro”.Bloque Dearmas. Caracas.
NUÑEZ, ENRIQUE BERNARDO. “El Hombre de la Levita Gris”. Tipografía Garrido. Caracas. 1943
PAREDES, ANTONIO. “Diario de mi prisión en San Carlos”
. Ediciones de la
Presidencia de la República. Imprenta
Nacional 1963
PICON SALAS, MARIANO.
“Los días de Cipriano Castro”. Festival del Libro Popular Venezolano
FUENTES WEB
http://www.pressreader.com/venezuela/notitarde/20160603/281599534758289
(CUBILLÁN FONSECA, LUIS. “Antonio Paredes y Benjamín Ruiz”
Diario Notitarde).