Hiram Bingham y su réplica de Holliwood, Indiana Jones. |
INDIANA JONES EN BUSCA DE LA RUTA DE SIMON BOLIVAR.
Por Luis Heraclio Medina C.
Noviembre de 2016
La imagen de un gringo de sombrero de fieltro, revólver al cinto y un chaquetón arrugado
protagonizando exploraciones y aventuras en tierras exóticas recuerda a todo el
mundo a Harrison Ford en su personaje ficticio de “INDIANA JONES”, pero pocos
saben que Indiana Jones fue inspirado en un personaje de la vida real, el
explorador norteamericano Hiram Bingham, el re-descubridor y divulgador de las
famosas ruinas perdidas de Machu Pichu.
Pero todavía son menos los que sabe Bingham, el Indiana Jones de la vida
real inició su extraordinaria carrera de exploraciones y descubrimientos nada
menos que en la llanura de Carabobo, en nuestra Venezuela, para finalizar en la
exploración de Machu Pichu que lo hizo famoso mundialmente.
EL INDIANA JONES DE LA
VIDA REAL
Esta semana se celebra el nacimiento de
Bingham, nacido el 19 de noviembre de 1.875; quien al igual que el personaje
del cine, el verdadero Hiram Bingham, era un extraordinario sujeto que llevaba
una doble vida: por una parte era un distinguido catedrático de las
universidades de Yale, Princeton y Harvard, profesor de historia de Latinoamérica,
pero también era explorador y aventurero.
A todas estas actividades hay que sumarle las de fotógrafo, militar,
aviador, héroe de guerra, político,
senador, escritor, y admirador de Bolívar y Páez, entre otras cosas.
EL INICIO DE LAS AVENTURAS DE HIRAM BINGHAM
En su carácter
de historiador de la América
del Latina, Bingham se sintió cautivado por las proezas militares de Simón
Bolívar, cuyas campañas estuvo estudiando por ocho años en las universidades
norteamericanas, pero sostenía que no se habían encontrado ni mapas de los
lugares de las batallas ni recuentos fidedignos de estas acciones. Su interés
lo llevó a organizar un primer viaje a Suramérica, a Venezuela y Colombia en el año de 1.906 para
poder conocer in situ los lugares donde se habían desarrollado las marchas y
batallas de Bolívar. Llega a escribir:
“He llegado a la conclusión de que si yo deseo
comprender este período de la historia de Suramérica es necesario para mi tomar
una expedición que debe tener por objeto un estudio, no solamente el país donde
Bolivar peleó y vivió y visitar las escenas de las batallas de Carabobo y
Boyacá, sino también hacer una exploración de la ruta de estas campañas”
De esta primera expedición ha dejado un
maravilloso testimonio escrito, denominado “Diario de una Expedición a través
de Venezuela y Colombia 1.906- 1.907 – Una exploración de la ruta de Bolívar
realizada en Marzo de 1.819 y los Campos de Batalla de Boyacá y Carabobo” (The Journal of an Expedition Across
Venezuela and Colombia 1906-1907 AN XPLORATION
OF THE ROUTE OF BOLIVAR'S CELEBRATED MARCH OF 1819 AND OF THE BATTLE-FIELDS OF
BOYACA AND CARABOBO) en el
cual en un lenguaje sumamente ameno nos lleva casi de la mano a recorrer la Venezuela de hace más de
cien años, muy parecida a la que vio la guerra de independencia, completamente
atrasada, sin casi vías de comunicación y con grandes extensiones de terreno
casi vírgenes. Con un estilo a veces periodístico, a veces científico describe
cuidadosamente lugares, personas, animales, costumbres y paisajes, haciendo
apreciaciones de historia, geografía, etnología, naturalismo, etc. Compara lo que ve con lo que ha conocido en
otros lugares, critica lo que no le gusta y elogia lo que considera
valioso. También nos deja un importante
registro fotográfico, con un enorme número de fotos en el libro, alogo inusual
para la época. Más de cien fotos ilustran la obra.
LA EXPEDICIÓN
Bingam llega a La Guaira en tiempos de
Cipriano Castro, un 4 de diciembre de 1.906, algo enfermo con un dengue
contraído en Puerto Rico, su escala luego de salir de NY. Empieza describiendo
el bonito trayecto en tren desde el puerto hasta la capital. Pasa un mes en Caracas, donde se incorpora a
la expedición el Dr. Hamilton Rice, otro
explorador y aventurero perteneciente a la Royal Geografic Society. Durante su estadía en la capital contacta a
diplomáticos extranjeros y a políticos y científicos e historiadores
venezolanos. Ninguno de los extranjeros
ha llegado más allá de Valencia, y le sugieren desistir de la aventura, ya que
Venezuela adentro es un territorio primitivo, inundado en invierno y sin vías
de comunicación. Las personalidades venezolanas le informan que debido al
reciente invierno que ha sido muy fuerte debe haber todavía lugares
inaccesibles Inquiere a los
historiadores criollos sobre sus exploraciones en los campos de batalla y queda
estupefacto al recibir la respuesta: “No nos ha hecho falta conocer los
terrenos de los eventos porque hemos leído todos los libros sobre el tema.”
Lo primero
que le impresiona es que debido a una disputa del gobierno con la compañía del
cable, es imposible enviar o recibir mensajes de cable desde Venezuela al
exterior, las noticias del mundo llegan con hasta una semana de atraso provenientes de las Antillas holandesas.
Se entera de que ese
año las el invierno ha sido muy fuerte en los llanos y es casi imposible
viajar, a menos que sea por vía fluvial.
Sus planes originales de conocer Achaguas se frustran por las
inundaciones y decide ir al Apure, luego de pasar por Valencia y Campo de Carabobo.
Cuenta cómo ve
Caracas, dice que rara vez hay algún desorden, que hay muchos policías bien
uniformados de azul y armados de carabinas, que le recuerdan a los gendarmes de
Paris. Ve soldados de caqui barato
confinados en muchos cuarteles. Se queja
de la gran cantidad de vendedores de loterías y mendigos y enfermos en las
calles caraqueñas, en las que nota una mezcla de estilos francés y español.
Comenta sobre las pequeñas pulperías, sastrerías, barberías y boticas. Su gran
número le hace recordar las ciudades de el Sur de Europa. Señala que el bolívar
vale unos veinte centavos de $. Los carruajes
también se le parecen a los franceses y nos cuenta de las tarifas de los
carros de alquiler. Observa que todos
andan despacio en las calles, a excepción de los choferes de alquiler. Es común que los caballeros anden de
bastón. Observa mucho vagos en la Plaza,
dice que no hay casi indios, muchos mestizos, algunos rasgos franceses y
alemanes, ve pocos rasgos completamente españoles y ningún anglosajón.
Apreciaciones de tipo etnográfico también hace el explorador en su libro. |
Todas las casas le parecen iguales (las
viejas casas coloniales) , se queja de lo estrecho de calles y aceras y de lo
atravesado de los postes de teléfono que no permiten caminar . Dice que el Sur
de Caracas es atravesado por un “atractivo río”
y que hay un bonito nuevo suburbio con
modernas calles y puentes llamado “El Paraiso” donde Castro y sus amigos han construido
maravillosas mansiones. Allí no recuerda
haber visto mas bellos colores: el azul intenso del cielo, el lijero azul de
las distantes montañas con sus verdes sombras y jardines, los techos rojos y
las calles negras hacen una hermosa combinación.
Villa Zoila, la mansión del presidente Castro, a la época del viaje de Bingham, fotografiada por el mismo explorador. |
Hace un recorrido por
los tradicionales lugares de interés de la capital: capitolio, universidad, las
Acedemias, y se queja amargamente del pobre estado del museo de Ciencias
Naturales: “Uno siente que el museo no es muy querido por las autoridades”, en
cambio, queda maravillado por la Biblioteca Nacional.
En una reunión con
diplomáticos extranjero sólo escucha
sobre la enfermedad de Castro, Algunos dicen que su vida está en
peligro.
Visita el hospital
Vargas y observa modernos métodos aunque
se sorprende de que los médicos no usen guantes de goma, encuentra un
buen laboratorio de bacteriología muy bien dotado y atendido por un joven
médico.
Asiste
a los toros, al juego de lotería, que en su criterio atenta contra el trabajo,
a un concierto decepcionante y al Club Concordia
y La India, los mejores de Caracas. Las mujeres de Caracas le parecen muy
apagadas, dice que no salen de sus casas y que se limitan a hablar con sus
vecinos desde sus ventanas.
Encuentra una
excelente colección de historia natural en manos de los hermanos capuchinos,
mucho mejor conservada y organizada que la de el Museo.
Disfrutó de las
celebraciones de navidad y año nuevo, dejando pormenorizada relación de
nuestras costumbres y usos.
La plaza Bolívar, para año nuevo, captada por el lente de Bingham. |
VALENCIA
Antes partir, sus
amigos le hacen ver su temor por lo incierto de su viaje, le dicen que temen
que no logre llegar y estar temerosos de su destino. Ninguno de los extranjeros con quienes ha
tratado jamás han llegado llano adentro.
Relata sobre su equipo; teodolitos, prismáticos, compases, sextante, cocina
de campaña, linternas, sillas de montar, mecates, hamacas, tiendas de campaña,
mantas, raciones de emergencia como café, chocolate, azúcar, sal, equipos
quirugicos, un winchester y un máuser, dos escopetas, tres revólveres y
abundante munición, unos pocos mapas y la ropa necesaria etc.
Sale el tren alemán
de Caracas el 3 de enero a las 8am, se queja de que le obligan a pagar
exageradamente un sobrepeso que no es tal.
Protesta por lo que considera un ultraje: 65 dolares de Caracas a
Valencia. Describe el viaje por
cañaverales y un bello valle densamente cubierto por un follaje tropical
alternado con diversas plantaciones y montañas de lado y lado. Cuenta hasta noventa túneles, ninguno muy
largo. Luego, el Lago de Valencia con un solitario vapor, una parada abrupta
del tren por un sujeto dormido en el medio de los rieles y por fin llegan a
Valencia.
El monolito valenciano, foto Hiram Bingham 1.906 |
Valencia se le parece
a Caracas, la misma clase de carruajes, algo más viejos y descuidados, las
calles menos limpias, y las casas más
pobres. Le gustan la Catedral y la Plaza. Conoce al padre Voghera, quien le ha
acompañado en el tren, es el director de
Colegio Salesiano, donde estudian 90 muchachos y trece internos, el
instituto cuenta con teatro e imprenta. Presenta su carta de recomendación al
Presidente del Estado, pero este parece sentirse algo incómodo y lo remite al
gobernador de distrito.
Panorámica de Valencia, se observan el Teatro Municipal, la Cárcel y el Cuartel foto Hiram Bingham 1.906 |
Para el 8 de enero
compra las 5 mulas necesarias luego de
galopar con ellas en el centro de la ciudad para verificar su condición. Dice
que la gente es amable. Conoce a Don Carlos Stelling, cuyo abuelo materno luchó
en Carabobo. En Caracas y Valencia aceptan billetes de banco, pero para llano
adentro tiene que llevar plata u oro, le han advertido. Las monedas de oro (onzas) son españolas del
s. XVIII y mexicanas, peruanas y colombianas.
Las de plata son venezolanas.
En Valencia se
hospeda en un hotel de un italiano que había viajado por Magadascar, Australia,
China y California, que tiene habitaciones descuidadas, pero comida
excelente. No dice el nombre ni del
italiano ni de su hotel. Compran una
carreta fuerte y contratan a un cochero,
Rafael Rivas, recomendado por Stelling, quien ha viajado hasta Barinas y
está dispuesto a viajar hasta el Arauca. Mientras termina de apertrecharse
explora la ciudad y se monta en el campanario de la Catedral, desde donde logra
varias de las primeras fotografías desde una altura de la ciudad.
Desde la torre de la catedral valenciana foto Hiram Bingham 1.906 |
El 10 de enero están
listos a las seis de la mañana para partir, pero el cochero no aparece hasta
las once porque había ido a despedirse de toda su familia. A lo largo de todo
el libro se queja de la impuntualidad de los venezolanos, que nunca salen
temprano. Luego de horas de camino,
hacen parada en una agradable posada a las afueras de TocuyitoSe instalan
finalmente en su primer objetivo; lo que suponen es el sitio de la batalla de
Carabobo, señalado por un hito colocado por el gobierno de Castro, encuentran a un tuerto vagabundo , “el
bohemio Bernardo” Recorren colinas y valles, Bernardo los lleva hasta la colina
de Bellavista (Buenavista) Bingham tiene especial interés en encontrar la pica
por donde la Legión Británica pudo alcanzar el valle para dar batalla a los
realistas.
En Carabobo permanece varios días explorando y alternando
con caballeros cazadores que vienen desde Valencia a cazar venados. En sus exploraciones por el Campo inmoortal
conoce simpáticos ancianos, casi centenarios que tratan de engañarlo alegando
que vivieron los tiempos de la batalla.
Allí conoce a Don Alfredo Pietri, quien lo lleva a los
lugares por donde posiblemente incursionó la Legión Británica para llegar a
enfrentar a las tropas españolas y en el recorrido encuentran antiguas armas de
la guerra.
Comenta con ironía que un historiador venezolano le ha
comentado que considera una pérdida de tiempo el recorrer el campo de batalla y
que él ha escrito mucho sobre la misma, pero que jamás ha ido a Carabobo.
LLANO ADENTRO
El 21 abandona el Campo de Carabobo, siguiendo la ruta
del río Chirgua, llegan a Tinaquillo, Guamita, rio Tamanaco, Macapó. Describe el clima, las gentes, la topografía,
las aves, peces, ríos y cascadas con una sencillez y claridad que parece que
estuvieramos acompañándolo en la expedición.
Encuentra a Tinaco, la encrucijada a los llanos centrales
y occidentales, bien dotado con un hotel, varias tiendas y posadas. Se sorprende del número de iguanas y dice que
es el animal más rápido que haya visto.
Se duele del estado de Sn Carlos, antes una floreciente
ciudad, ahora arruinada por terremotos, guerras y plagas. Dice que en toda América no hay ruinas tan
pintorescas; se maravilla de los frescos y relieves que encuentra en las
paredes de algunas lujosas casas arruinadas, así como sus pisos de mosaicos,
que le recuerdan a Roma y Pompeya.
Observa las prácticas de los llaneros y se impresiona con
las quemas provocadas y con los caminos de bachacos (hormigas).
A
fines de mes abandonan Guanare por el río, que los maravilla con sus enormes
manadas de garzas, y continúan la ruta hacia Barinas siguiendo el cableado del
telégrafo. Describe nuevas especies de aves, peces, reptiles y monos
Luego,
las ruinas de Tucupido, el camino a Barinas por Bocono era infranqueable para
el carro, y que deben Ir por Sabaneta, cruzar el río Bocono diez millas más
abajo, la selva alrededor del río y para llegar hasta Sabaneta donde pernoctan
en la posada, el punto intermedio entre Guanare y Barinas.Una ruda ruta por la
selva, muy difícil para la carreta, Hace
cuidadosas observaciones sobre los hormigueros y los caminos de hormigas, que
junto con moscas, abejas y toda clase de insectos les hacían la vida
imposible. Luego Barrancas.
Barinas. Conoce la historia del marqués que apoyó a los
realistas y su famoso palacio “La Marqueseña”
Estima
que la población de esos lugares,que han perdido su riqueza y grandeza debió
ser diez veces más de lo que es ahora.
Nota patios para bolas criollas en casi cada pulpería.
Observa
la elemental producción de la zona: cerdos, plátanos, café, papelón y cueros.
El 4 de febrero con un guía contratado, sale de Barinas donde finalizaba la
línea de telégrafo, rumbo a Guasdualito, sorteando dificultades por lo
inhóspito de el paisaje lleno de
pantanos, ríos infranqueables y selvas impenetrables. Rio Paguei.
Pueblos de nombres casi olvidados como Totomal o San Silvestre, Suripa, La
Calzada, Grateral, La Tigra. Se entusiasma al recorrer los lugares por donde
Páez bregó las batallas de la independencia.
Habla de un lugar conocido como “El Templo de la Independencia” donde
supuestamente Páez organizó a los bravos de Apure y vivió por 3 años. Describe las jornadas de los llaneros
cruzando los ríos infestados de caimanes con centenares de cabezas de ganado.
Siguen
la ruta hacia el Arauca por caminos de ganado, no hay ningún tipo de carreteras,
cazan iguanas y armadillos, lapas, venados, observan espejismos en la llanura
infinita, critica la pereza del llanero: comen mal, tienen maíz pero no lo
muelen para hacer arepas y prefieren darlo a los animales. Muchas vacas lecheras, pero poco ordeño. Llegan a Las Queseras del Medio, el Amparo,
un Guasdualito completamente arruinado, en algunas partes la gente sale
corriendo despavorida al verlos armados, pensando que se trata de una
revolución o de bandoleros. El 10 de Febrero llegaron a la población de Arauca,
en Colombia, para proseguir la ruta de el Libertador hasta Pantano de Vargas y
Boyacá, pero sus expedición por los llanos de Colombia será otra historia. Luego vendrán otras expediciones por
Suramérica hasta finalizar con su sensacional redescubrimiento y
divulgación de las ruinas peruanas de
Machupichu.
Excelente artículo
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